viernes, 6 de mayo de 2011

¿Qué no quede uno solo…?


Cómo no referirse a la crisis en Colo-Colo, si en la micro, en la oficina y en todas partes se escuchan los lamentos de sus fanáticos tras la terrorífica eliminación en Copa Libertadores y tras el golpe de gracia que le propinó su archirrival el sábado pasado.
Digamos que los padecimientos albos se vienen extendiendo desde la temporada anterior y los dardos apuntan desde todas las direcciones a la administración del club popular. Sí, la misma que se coludió para sacar a Bielsa de la selección, la que ratificó a principios de temporada al inocuo Diego Cagna y la que cuenta las chauchas a la hora de reforzar el equipo.
Pastelero a tus pasteles y los concesionarios del cacique mejor a los negocios, porque en lo futbolístico no están viendo una. En ese complejo escenario llega Jaime Pizarro a ordenar la casa y a robustecer a una gerencia deportiva a la que le ha salido muy caro lo barato ¿Se acuerda de estas flamantes contrataciones?: Celso Ayala (Par), Apertura 2006; Edison Giménez y Gilberto Velásquez (Par), Apertura 2007; Jhon Jairo Castillo y Carlos Salazar (Col), Apertura 2008; José Manuel Rey (Ven) y Alex Von Schwedler (Chi), Clausura 2009; Matías Quiroga, Claudio Graf, Javier Cámpora y Gino Clara (Arg), Torneo 2010 y Mario Salgado (Chi) y Agustín Alayes (Arg), Apertura 2011.  
Esto ha incidido en que en las últimas 8 participaciones por Copa Libertadores -en una década-, solamente en una ocasión  se logró superar la segunda ronda del torneo (2007). Además, con la última eliminación frente a Cerro Porteño se dejaron de percibir alrededor de $600 mil dólares por conceptos de Conmebol y de recaudación.
El fin del exitoso período de Claudio Borghi se llevó consigo el fútbol ofensivo al que siempre ha estado acostumbrado el hincha colocolino. Así comenzó un desfile interminable de entrenadores a los que el buzo talla XL que dejó el “Bichi”, definitivamente no les calzó. Es por eso que se confió en la trayectoria y en la impronta de Américo Gallego, quien tarde o temprano debería despertar a un equipo que sigue en la eterna siesta en el que lo dejo su antecesor.
Por ahora Colo-Colo pende de un hilo para clasificar a los play off y la poda se viene monumental en Pedrero. A la hinchada se le acabó la paciencia y cada fin de semana se escucha con más fuerza su canto: “Que se vayan todos, que no quede uno solo”.

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