viernes, 20 de mayo de 2011

La historia no está escrita


En la alta competencia los errores o “accidentes” se pagan caros, y si no que lo diga la gimnasta Makarena Pinto, quien se dobló el tobillo en el Mundial de Rusia y desperdició un podio; o el mismísimo “Chaleco” López, quien se juega literalmente la vida en cada  campeonato y que acabó gravemente accidentado en el Rally de Túnez. Pequeños grandes detalles que se pueden convertir en una medalla, en una copa, en un título o simplemente en lágrimas, como lo que le sucedió anoche al portero Paulo Garcés.
En el fútbol, el puesto de arquero es tremendamente ingrato. Los errores de quien cuida la puerta no se compensan y en segundos se pasa de héroe a villano. De nada le sirvió a la Católica dominar en el Centenario y doblegar a su adversario en la revancha. La clasificación se hipotecó aquella fatídica noche del portero estudiantil en pastos uruguayos, y no había que ser adivino para imaginar que los charrúas en la vuelta iban a desplegar toda su polenta, que iban a  abusar del juego aéreo del “Palote” Olivera y que no se iban a dar por vencidos hasta el último minuto. Un libreto que  les ha sido muy fértil en nuestro suelo: frente a   River el ‘66,  frente a Cobreloa  el ’82 y frente a América de Cali el ’87.
Señoras y señores: a eso se le llama categoría y a los del Atlántico les sobra; ¿o usted todavía cree en la mala suerte del chileno?  Los partidos se ganan con goles, con picardía y no con buenas razones. Es así como el “Tolo” Gallegos -un viejo zorro del fútbol-  no podía concebir cómo su elenco dejaba escapar la clasificación a la segunda ronda de Copa Libertadores a dos minutos de finalizar el encuentro. En su peculiar estilo, manifestaba que a los suyos les faltaba viveza, tirar la pelota sin asco a la galería o esas mañas propias de los rioplatenses que en más de un siglo no hemos podido aprender.
Garcés seguramente cargará con las frustraciones de aquellos de memoria frágil que se les olvidó que solamente una vez se alzó la Libertadores  y que al “Gato” Osbén se le jabonó una pelota en el Mundial de España, al “Condor” Rojas en la Copa América del ‘87, al “Pato” Toledo en un amistoso frente Argentina y al mismo Bravo frente a España en el Mundial pasado. La máxima dice que cada fracaso le enseña al hombre algo que tenía que aprender, quizás la historia no está totalmente escrita para el oriundo de Parral…



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