viernes, 21 de octubre de 2011

El cielo está cada vez más azul

Reconozcamos que el único que se creía el cuento a su llegada a la Universidad de Chile era el mismísimo Jorge Sampaoli y en parte la directiva de Azul Azul, que tras la partida de Gerardo Pelusso y el touch and go con Diego Simeone se decidía por el santafesino.
Es que hay que tener hartas patas para llegar a un club grande, golpear la mesa y darse el lujo de prescindir de un par de intocables de la plantilla como lo eran Olarra e Iturra. Asimismo, el trasandino se puso de mochila a la hinchada cuando esta le pedía a gritos en la titularidad a uno de sus vástagos más regalones: Diego Rivarola.
Para hacer tortas hay que romper huevos, y Sampaoli confió en sí mismo cuando ni siquiera los suyos lo hacían, cuando despectivamente lo apodaban el “Bielsa de los pobres”  y cuando los mediocres estigmatizan como “viuda” a todo lo que se parezca al ex entrenador de la selección chilena.
El 12 de junio, Sampaoli coronó campeón a la Universidad de Chile. Se impuso a Universidad Católica por 4-1 -levantó una derrota de dos tantos en el partido de ida- y obtuvo su primer título como entrenador. Con eso bastó para callar cualquier crítica. Recordará usted que los cruzados tuvieron que guardar el cotillón para otra fiesta.
Más allá del color de su camiseta, dígame si no le da gusto cuando a los chilenos les va bien en el deporte; dígame si no le dio gusto ver a los universitarios dándole un baile al equipo más popular de Brasil; dígame si no nos resarcimos del dientudo Ronaldinho y de todas las veces que celebró a costillas nuestras. Pelotas que antes se iban afuera caen envueltas en la red. Eduardo Vargas vestido de frac, se desenvuelve efectivo y mortífero como felino. El equipo chileno corre los noventa minutos y termina asfixiando al rival, implacable. El cuadro chico agrandado ante el poderoso, así da gusto ver el fútbol.
Los estudiantiles brindaron una de las mejores exhibiciones futbolísticas de un combinado nacional jamás vista en tierras foráneas y el cielo al parecer es cada vez más azul en la temporada  2011.

jueves, 20 de octubre de 2011

Crónica de una noche alba


Dígame si no ha sido apocalíptico el 2011 para Colo-Colo. Una temporada que partió con el pie izquierdo tras la insólita ratificación de Diego Cagna en la banca del cacique, y que prosiguió con el éxodo de algunos jugadores referenciales de la institución: Arturo Sanhueza, Rodrigo Meléndez y Miguel Riffo.
Recordemos que el cariacontecido técnico trasandino inauguró el 12 de febrero la temporada de boletas  -y tocó fondo- con el 1 a 5 propinado por la Universidad de Concepción en el Estadio Monumental. Al ex boquense se le recordará por abrir el saco de goles y también por las siguientes frases: “me gustaría jugar como Barcelona”, “a esa hora yo duermo la siesta” y “no me preocupa lo que piense el hincha”.
Diez días después de esa afrenta se sentaba en la banca de Pedrero, un Américo Rubén Gallego poseedor de una gran trayectoria y también de un gran verso. El ex técnico de Independiente de Avellaneda apeló en su mandato a situaciones extra deportivas y sus alineaciones escasamente deleitaron el paladar del hincha. Humillantes por decir los menos, fueron las eliminaciones por Copa Libertadores frente a Cerro Porteño por  2 a 3 de local, por el Apertura ante la UC en Cuartos de Final de Play Off y en Copa Chile frente a Lota Schwager. Agréguele la estocada que le clavó Diego Rivarola en el minuto 90 del último súperclásico.
Era agosto y el contrato de Gallego era rescindido por los administradores del club popular. El “Tolo”, que pregonaba su viveza a los cuatros vientos, se iba de Macul sin ningún logro deportivo y con una indemnización que superaba los $120 millones. ¡Hay que ser vivito!
Aunque Lucho Pérez hizo bien su pega como interino, de igual forma el día 30 de agosto fue presentado en sociedad a Ivo Basay como el nuevo entrenador del equipo. Punto aparte es el morrocotudo entuerto -con O’Higgins- que recién lo habilitó para dirigir el día 25 de septiembre frente a Cobreloa. La era de Basay arrancaba con un triunfo en Calama; sin embargo un nuevo frente de mal tiempo y una lluvia de goles azotaba a los albos: La Serena (4-0) y la última frente a la Universidad Católica (4-0), que deja al descubierto las malas decisiones y la mínima erudición futbolística de los concesionarios del club popular. Los mismos que tienen la responsabilidad de devolverles el honor y la vergüenza deportiva a aquellos que se gastan lo que no tiene para ir al estadio, a los que sufren verdaderamente con las derrotas y a los que según parece aman la camiseta de verdad…