miércoles, 29 de junio de 2016

Con la astucia de un gato



Claudio Bravo está feliz. Levanta la copa y también  la voz para decir que los únicos que creían en el equipo eran los propios jugadores y que muchos lo querían jubilar antes de tiempo. Y cuánta razón hay en las palabras del capitán, porque eran muy pocos los que apostaban por un nuevo título, pero siempre han sido más los que condenan y crucifican ante un traspié.    
Juan Antonio Pizzi asumió en la emergencia en febrero y por Clasificatorias aprobó en sus dos primeros confrontes ante Argentina en Santiago y Venezuela en Barinas. Sin embargo, el proceso recién se podría dar por iniciado en mayo con el amistoso ante Jamaica, donde se buscaba una línea futbolística y donde se cayó por 1 a 2 en Viña del Mar. A “Macanudo” no se le exigía llegar con el trofeo desde los Estados Unidos, pero de acuerdo a las competencias de su escuadra, tampoco era tan utópico alcanzarlo.
El debut en la Copa América Centenario fue ante una Argentina que  no tuvo misericordia con los yerros del combinado criollo, y sin Lionel Messi se impuso por un contundente 2 a 1. Los agoreros ya le contabilizaban cuatro derrotas en cinco partidos a Pizzi y le enrostraban uno de los peores rendimientos iniciales de la historia. El fútbol seguía extraviado ante Bolivia y sólo un penal en las postrimerías del encuentro salvó del bochorno al elenco criollo. El despegue llegó ante Panamá con las sobresalientes actuaciones de Alexis Sánchez y Eduardo Vargas.
El Campeón de América despertó ante México en Cuartos de Final, y con su mecánica perfecta embelesó al planeta fútbol. Fueron siete tantos que se convirtieron en la legítima credencial para candidatearse al título. Alexis Sánchez igualó a Iván Zamorano en la tabla histórica, y Eduardo Vargas a David Arellano con cuatro dianas convertidas en un partido y a Enrique “Cua-Cua” Hormazábal con diez tantos en torneos de este rango. Fuenzalida y Puch, en tanto, se ganaban un lugar en el croquis de Pizzi.
A esas alturas del campeonato, el ex delantero de Rosario Central ya había tomado con mano firme el timón de la “Roja” y lo conducía a la gran final, tras derrotar a Colombia y dejarlo nocaut en menos de quince minutos. La historia se repetía ante Argentina después de 359 días, pero ningún encuentro es literal a otro, y a pesar de la caída en el primer partido del torneo, este era el más importante y el que daba el premio mayor. Había que dejar la vida en la cancha y ganarlo hasta chocar con un poste, también haciéndole una que otra faltita al mejor del mundo. Había que ganarlo con la mejor tapada de la copa y con una arenga de campeones. Y por último había que ganarlo con la chispeza de chileno y con la astucia de un gato.

jueves, 23 de junio de 2016

Con uno a cero basta



En boxeo se utiliza la frase “el que pega primero, pega dos veces”, que se refiere principalmente a quien primero toma acción, es quien lleva una ventaja del que no lo hace. Precisamente eso fue lo que hizo Chile frente a Colombia antes de los quince minutos. Algo así como un golpe al mentón del que los pupilos de Pekerman nunca pudieron reponerse a lo largo del partido.
En estas instancias de un campeonato se conjugan muchas cosas y no había que sentarse a esperar otra goleada, sino un encuentro algo áspero y cerrado.
La “Roja” asombró con su ferocidad y contundencia y también con su oficio para controlar el resultado y asegurar el paso a la final de la Copa América Centenario.
El resto del primer tiempo, Colombia arrinconó a la “Roja” y le quitó la pelota, pero careció de efectividad frente al arco de Claudio Bravo. El portero del Barcelona se transformó en figura tras detener dos hombre contra hombre, el primero a Roger Martínez y el siguiente a Santiago Arias.
Las bajas de Arturo Vidal y de Marcelo Díaz no eran fáciles de suplir, pero el técnico Juan Antonio Pizzi supo salir del paso con Francisco Silva y Pedro Pablo Hernández, quien tuvo que abandonar por lesión a los 28’. Erick Pulgar ingresó por el malogrado volante del Celta de Vigo y se vio algo incomodo en la cancha, pero por ahí se las arregló para meter un cabezazo que casi se introduce adentro del arco.
Convengamos en que el gran acierto de “Macanudo” ha sido la incorporación de José Pedro Fuenzalida, quien ha resaltado como un importante agente de ataque. El jugador de la Universidad Católica ha acallado todas las críticas iniciales y hasta se ha dado maña para anotar dos tantos.
La tormenta fue como la campana que salva al púgil que está entre las cuerdas, puesto que la presión colombiana se hacía insostenible y el descuento parecía llegar en cualquier momento. El árbitro salvadoreño Joel Aguilar, se desentendió de un supuesto penal de Gonzalo Jara a Daniel Torres  a los 48'. Posteriormente haría lo mismo con uno en contra de Alexis.
A los 56 minutos se fue expulsado  el volante Carlos Sánchez por doble cartulina amarilla. Colombia se quedaba con diez y también con el sueño de alcanzar una final después de quince años.
Chile se instala en su segunda final consecutiva y algunos todavía se preguntan si esta es la mejor generación del fútbol chileno de todos los tiempos. Argentina es un tremendo rival para el domingo, pero los partidos no hay que ganarlos ni perderlos antes de jugarlos. Si usted me pide un pronóstico, yo le respondo que gana Chile y si usted me pregunta por cuanto, yo le contesto que con uno a cero basta.

martes, 21 de junio de 2016

Aplaudámoslos y disfrutémoslos



Marcelo Bielsa define el éxito como un amigo peligroso, que relaja, engaña y que nos vuelve peores. Su reflexión apunta a que cuando se gana, el mensaje de admiración es confuso y estimula el amor hacia uno mismo, y que eso hace extraviar la forma.
Por lo mismo, el actual Chile que dirige Juan Antonio Pizzi no tiene que perder la forma, y menos la cabeza, con la abultada goleada ante México. “Macanudo” le dio el palo al gato y aquí tiene que afirmarse, porque los dos primeros partidos del torneo estadounidense no fueron satisfactorios en lo futbolístico. El entrenador trasandino sentía la presión y se lo transmitía a sus dirigidos en la cancha. En algunos pasajes del encuentro ante Panamá y con el resultado a favor, la anarquía táctica era evidente y solamente los goles de Alexis Sánchez y Eduardo Vargas pudieron esclarecer el panorama rumbo a los cuartos de final.
Los mexicanos no nos gustaban como rivales y ni el más fanático de los hinchas imaginaba un resultado holgado y jugando casi como un partido de entrenamiento con el campeón de la Concacaf. El ingreso de José Pedro Fuenzalida por el suspendido Mauricio Isla y la confirmación de Edson Puch en delantera fueron ajustes claves para la fluida mecánica que exhibió el seleccionado nacional.
Quizás las críticas les hirieron el amor propio a los jugadores, pero de repente las bandas comenzaron a entenderse a la perfección y los pases que se entregaban errados ahora eran correctos. Los goles perdidos ahora entraban de uno en uno, hasta llegar a siete. Eduardo Vargas se matriculó con cuatro y a nadie le preocupa si no convierte en Italia, Inglaterra, España o Alemania. ¿Para qué?, si por Chile los anota todos y ya superó el récord de Carlitos Caszely y ahora va por el de Iván Zamorano. Alexis, con veintisiete años, es el segundo goleador histórico y va por los cien partidos con la camiseta chilena. Claudio Bravo recibió el afecto de la familia y volvió a lo suyo, a dejar el arco chileno en cero. ¿Qué dirán ahora los que lo estaban jubilando?
El capitán respondió en la cancha, pero también aprovechó los micrófonos para hacer sus descargos y decir que en Chile no se acostumbra a los éxitos y que siempre se está pendiente de las críticas. Nuestra memoria es frágil y por eso nunca debemos olvidar que estos mismos muchachos ganaron la Copa América, que ahora están entre los cuatro mejores del torneo y que es posible que clasifiquen a su tercer Mundial consecutivo. Sigamos aplaudiéndolos y disfrutándolos.

miércoles, 15 de junio de 2016

Memoria frágil



Chile está entre los ocho mejores de la Copa América Centenario, pero esto no debería ser sorpresa para nadie, y tampoco debería ser la meta ya cumplida del entrenador Juan Antonio Pizzi. El discurso de “Macanudo” es pacífico y dubitativo, y así ha sido el fútbol que sus pupilos han desplegado en el gramado norteamericano. Las bajas individuales también han sido una constante  y se han sentido con rigor en referentes como Charles Aránguiz, Marcelo Díaz, Gonzalo Jara, Mauricio Isla y Claudio Bravo. Sí, una mala copa para el oriundo de Viluco, pero así y todo no se avizora su relevo por lo menos hasta el próximo Mundial. En el duelo por Cuartos de Final ante los mexicanos, debería resurgir quien es considerado como uno de los mejores guardapuertas del planeta.
El fútbol es una actividad que no está exenta de la crisis de valores, de identidad y de pertenencia que aqueja a nuestra sociedad, y las redes sociales  no le tuvieron compasión al capitán chileno. Lamentablemente, ese verso de la tolerancia, la inclusión y la diversidad cada día se nos está yendo a las pailas.
En Argentina a Martín Palermo le hicieron una estatua, y eso que marró tres penales en un partido frente a Colombia por Copa América en 1999. A Carlos Caszely acá todavía le achacamos el del ‘82 y olvídese de algún monolito. En el Cementerio de la Recoleta, en Buenos Aires, se erigió un monumento al boxeador Luis Ángel Firpo, “El toro salvaje de las pampas”, y en las calles a Juan Manuel Fangio y a Guillermo Vilas. ¿Y cómo andamos por casa con Martín Vargas o Marlene Ahrens?
Sin embargo, los reconocimientos a veces vienen de afuera. En 2013, la ATP  celebró los cuarenta años desde la creación del ranking mundial y Marcelo Ríos fue protagonista de la gala en Nueva York, donde desfilaron leyendas de la talla de Ivan Lendl, Rafael Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic y John McEnroe, entre otros. En Chile, al “Chino” se le aplauden mucho más sus exabruptos lingüísticos que sus grandes y geniales jugadas. Las bromas a Eliseo Salazar por sus choques eran comunes en los ochenta, y a Iván Zamorano lo quisieron como pebre cuando fue rostro del Transantiago en 2007. El error de Claudio Bravo quizás no está en uno o dos goles encajados, sino en querer defender a Chile casi como un juramento a la bandera. El error de Claudio Bravo quizás está en dar la cara y asumir su responsabilidad como capitán y no estar detrás de un teclado para criticar y reírse de los errores ajenos. Pero qué le vamos a hacer, es nuestra cultura y somos así. Somos de memoria frágil.

jueves, 9 de junio de 2016

Así será



Qué difícil es asimilar la derrota ante Argentina cuando se venía de un proceso tan exitoso y en el que había tanto afán por el arco rival. A pesar de las tres derrotas en línea, el cargo de Juan Antonio Pizzi no está en cuestión, pero su pizarra acusa errores tácticos y debe corregirlos con plazo mínimo. Marcelo Bielsa definía al futbolista chileno como táctico, obediente y mecanizado, y por esas mismas características, también pareciera afectarle el cambio de mano técnica. Lamentablemente, Borghi no dirigía como Bielsa y Pizzi tampoco lo hace como Sampaoli.
El “Tata” Martino estudió muy bien al equipo chileno y lo salió a presionar en el mediocampo para luego atacarlo veloz e incisivamente por las bandas. Acá Mauricio Isla fue uno de los puntos más bajos, tanto en la cobertura como en el despliegue en ataque. No hubo un centímetro para Vidal, Aránguiz y Díaz, y el primer tiempo se fue en blanco, con algunos intentos de Alexis Sánchez, pero siempre con el predominio albiceleste.
El gol de Ángel Di María a los 51’, tras una pelota perdida por Aránguiz, ratificó la supremacía trasandina y también trajo de vuelta algunos espectros que ya pensábamos desterrados en el fútbol chileno. A los 58’ llegó el también zurdazo de Ever Banega y una clara ventaja, que hasta el descuento de José Pedro Fuenzalida a los 93’, no sufrió mayores sobresaltos.
Los tres puntos con Argentina no se contabilizan como seguros en ninguna competencia y en más de cien años, se les ganó solamente dos veces. En las Clasificatorias para Sudáfrica 2010, hubo que hilvanar treces pases seguidos para llegar al gol de Orellana y en Copa América de 2015, se ejecutó una esplendida tanda de penales.
Más allá de la derrota, lo que incomoda es la forma en que se perdió, y ahí  es donde Pizzi tiene que encontrar su propia fórmula. No son buenas señales para su liderazgo, el descontrol de referentes como Gary Medel y Arturo Vidal y la poca autocrítica a la hora de los reveses. Convengamos en que tampoco es tarea fácil, debutar con Argentina en Clasificatorias y Copa América Centenario.
Los lances frente a Bolivia y Panamá se presentan como la oportunidad propicia para cambiar de piel y para retomar el rumbo, ese que después de este torneo -comercialmente creado por los de la CONMEBOL- debe conducirlos a su tercera Copa del Mundo consecutiva. Jubilémoslos en ese momento y no antes. Que así sea. ¡Así será, así será!