jueves, 26 de febrero de 2015

Palestino: la pujanza, el sello y la virtud

El tiempo pasa y no es que me esté poniendo viejo, pero a estas alturas del partido, ya no me trago eso de la archirrivalidad de los equipos chilenos; tampoco las anticonductas en los estadios y menos los “simpáticos” descréditos al equipo de la otra tienda con el uso del género femenino: zorras, madres, monjas y otros.
A los argentinos les hemos copiado estas cosas, pero ellos al menos se han llevado casi todos los títulos continentales de clubes para la casa. ¿Y nosotros?
Este año celebraremos 24 años sin ganar la Libertadores, y cuando la Universidad de Chile tenía todo para alcanzarla, sus concesionarios subastaron su poder de fuego (Gustavo Canales a China y Eduardo Vargas a Italia), y así hipotecaron una inmejorable oportunidad de conseguir un pack que además traía la Recopa Sudamericana y la Suruga Bank.
Al otro lado de la cordillera saben sobradamente que los títulos son los que hacen grandes a las instituciones, y es por eso que Boca le hace barullo a River, y Estudiantes de la Plata a Independiente, y viceversa (23 Libertadores, 7 Sudamericanas y 7 Recopas poseen nuestros vecinos en total). En ese contexto, se entiende que el antagonismo del balompié trasandino proviene de una raíz estrictamente competitiva y no por el simple tinte de una camiseta. Si comparamos, lo nuestro no pasa de ser broma de colegiales.
Hago esta reflexión porque no tengo empacho en decir que, por estos días, estoy abrazando la causa futbolística y social de Palestino en Copa Libertadores de América. Y fíjese que nada me liga a los tetracolores, pero lo de Palestino ha cruzado todas las divisas y también todas las fronteras del triunfo y de la derrota.
Tal ha sido este fenómeno, que para los hinchas de Medio Oriente y para muchos ciudadanos de Gaza y Cisjordania, el club chileno ya es casi como su otra selección nacional. Si hasta el presidente de la Autoridad Nacional Palestina  le  envió un mensaje de felicitaciones al club por el fuerte lazo con Palestina y su cultura a lo largo de sus casi cien años de historia.
En la cancha, el Palestino de Pablo Guede va para adelante y resiste aun en la derrota, quizás inspirado y empujado desde la distancia por ese especial puñado de hinchas. Más sabe el diablo por viejo que por diablo y Boca Juniors, con toda su sapiencia, se llevó el triunfo este miércoles pasado desde Santa Laura. Sin mucho desgaste y apelando a su manual del contragolpe –y tan bien que lo conocen-, los xeneixes aprovecharon la velocidad de Sebastián Palacios y Andrés Chávez.
Un 0 a 2 que de todas formas, no opacó la fiesta árabe, porque queda mucha Copa y porque como dice su himno: la derrota ni el triunfo inhiben la pujanza, el sello y la virtud…