lunes, 8 de julio de 2019

Ojalá que la Rueda se infle para llegar al Mundial


Bastante curiosa resultó la definición por el tercer lugar de la Copa América entre Chile y Argentina, partiendo por las dos llegadas de la Albiceleste que derivaron en los goles convertidos antes de la media hora. Asimismo, por la tempranera lesión de Alexis Sánchez y las expulsiones de Gary Medel y Lionel Messi. Mezclado en este cambalache también cayó el penal a Charles Aránguiz, traducido en la concreción de Arturo Vidal, quien le devolvió el gol a Chile después de tres partidos y medio.
Este cuarto lugar final tiene un sabor amargo, especialmente por la forma en que la Roja terminó jugando el torneo. El medio se encegueció con los resultados ante Japón, Ecuador y Colombia, pero durante todo el campeonato los equipos contrarios nos llevaron en velocidad. Los japoneses, por ejemplo, desperdiciaron al menos cuatro ocasiones de gol. No era un buen síntoma.
Frente a Ecuador, la banda izquierda fue un pasadizo y partido a partido a nuestros próceres se les veía más cansados y con menos aire para el ida y vuelta. Si bien se clasificó a la siguiente ronda, no hay que olvidar que esto se logró derrotando a rivales tradicionalmente abordables.
Frente a Uruguay, en el tercer lance del grupo, el equipo de Rueda salió a defenderse y a perder por poco y así nomás le fue. A su vez, ante Colombia en cuartos de final apareció la propuesta ofensiva a la que estábamos acostumbrados en procesos anteriores, a pesar de que en los primeros veinte minutos los cafetaleros embotellaron a la Roja. No obstante, los últimos quince minutos fueron de dominio, personalidad y fútbol total de parte de Chile, que luego se impuso con categoría en los penales y nos hizo soñar con el tricampeonato.
El paso siguiente era la semifinal ante Perú, al que se debía vencer antes de aventurar cualquier pronóstico favorable. Sin embargo, la historia ya es conocida y todavía no hay una explicación acerca del juego errático que se exhibió en el “Clásico del Pacífico”. Lo único claro es que Perú jugó mejor y Ricardo Gareca le ganó la pulseada táctica a un Reinaldo Rueda que volvió sorprendentemente a ese juego abúlico y a su apacible carácter.
A pesar de los dos triunfos ante Argentina en las finales de 2015 y 2016, se trataba de un rival de respeto. El conjunto transandino, en pleno proceso de recambio, quería lavar dichas afrentas y así lo hizo. O, al menos, en parte.  

Análisis por sectores

En el pórtico, Gabriel Arias tuvo un bajo desempeño en el certamen, pero no hay que condenarlo porque reemplazar a Claudio Bravo no era una tarea sencilla. La embarró en su debut, pero en este torneo también se equivocaron el “Cóndor” Rojas, el “Rambo” Ramírez y el mismísimo Claudio Bravo. Lamentablemente, el flaiterío de las redes sociales lo insultó y amenazó gravemente. Esperemos que tenga su revancha.
En la defensa, Gary Medel, quien conserva su tradicional salida clara, tuvo un rendimiento aceptable, aunque su salto y su pique ya no son los mismos de antaño. Gonzalo Jara no tiene nada que hacer en la selección. No le encuentro puntos altos. Paulo Díaz demostró toda su ductilidad. Jugó por la banda izquierda, por el centro y la derecha. Imprescindible como recambio. Guillermo Maripán también tiene que ser otro relevo natural de la defensa. Jean Beausejour, quien le puso punto final a su loable carrera con la Selección, realizó un esfuerzo encomiable en todo el campeonato y casi le anotó a Perú. Sus descuelgues fueron un peligro constante, aunque varias veces no le alcanzó el físico para volver y marcar. Los años no pasan en vano y ya no es el cabrito de Sudáfrica 2010. Mauricio Isla es un lateral trabajador y empeñoso, pero tiene mal pie. El “Torta” Opazo perfectamente puede ser alternativa en ese puesto.
Pasando al mediocampo, Charles Aránguiz hizo un tremendo torneo. Regular, colaborador con sus compañeros y líder. Los grandes clubes del mundo deberían llevárselo pronto, porque es una joya de futbolista. Arturo Vidal se impone por presencia y eso lo dice todo. Falló en la marca en el primer gol de Perú, pero tiene cuerda para rato en la Roja. Es un crack y ojalá se reconcilie con Claudio Bravo. Erick Pulgar confirmo toda la impronta y experiencia que trae del fútbol italiano. Casi nadie se acordó del “Carepato” Díaz con sus notables actuaciones. Otro número puesto para la Copa América 2020 y las Clasificatorias a Catar 2022.
En la delantera, Eduardo Vargas tuvo una partida de caballo inglés, pero después se desinfló. Eso sí, no hay dudas que rinde con la camiseta roja. Con un habilitador tipo “Mago” Valdivia te liquida sin pedir permiso. Alexis Sánchez, en tanto, volvió de su viaje al infierno en esta Copa América. Fue pilar en la primera fase y ante Colombia cerró de forma magistral la tanda de penales. Sigue siendo un jugadorazo.
Terminado el primer campeonato oficial del nuevo proceso, ojalá que la Rueda se infle para llegar al Mundial de Catar.

martes, 2 de julio de 2019

La "Roja" da cátedra desde los doce pasos



El 28 de junio de 2014, en Belo Horizonte, se produjo un punto de inflexión para la Selección Chilena tras caer dolorosamente en los penales ante Brasil, en los octavos de final del Mundial, luego de empatar 1-1 con alargue incluido. En esa definición anotaron Marcelo Díaz y Charles Aránguiz, mientras que Mauricio Pinilla, Alexis Sánchez y Gonzalo Jara fallaron sus remates. Claudio Bravo, por su parte, atajó el lanzamiento de Hulk.
Aquel día, hace ya un lustro, nació la promesa de ganar la Copa América de Chile a disputarse al año siguiente. Asimismo, desde ese triste episodio en Brasil nadie más pudo vencer a la Roja en las definiciones desde las doce yardas. Argentina (2 veces), Portugal y Colombia acabaron doblegados.
El primer hito de la generación dorada se consiguió mediante esta vía en la final de la Copa América 2015. En esa ocasión acertaron Matías Fernández, Arturo Vidal, Aránguiz y Sánchez. A su vez, Bravo tapó a Éver Banega y Gonzalo Higuaín envió afuera su ejecución.
Un año más tarde, Chile confirmó su categoría alzando la Copa América Centenario Estados Unidos 2016, a través de la misma vía y ante el mismo rival. Con sus goles de penal, Nicolás Castillo, Aránguiz, Jean Beausejour y Francisco Silva acrecentaron la historia grande y linda de este conjunto, en tanto Bravo hizo suyo el disparo de Lucas Biglia y vio cómo Lionel Messi mandaba su tiro a las nubes. Así, gracias el 4-2 en los penales se consumó el memorable bicampeonato de América.
En semifinales de la Copa Confederaciones Rusia 2017, el “equipo de todos” también tumbó desde los doce pasos al Portugal de Cristiano Ronaldo, vigente campeón de Europa. Esa vez escribí, casi como en un acto reflejo y con emoción, que la actuación de Bravo −quien contuvo los lanzamientos de Ricardo Quaresma, Joao Moutinho y Nani− era tremenda y que no recordaba haberle visto algo parecido a Sergio Goycochea o Gianluigi Buffon. Unos días más tarde, el suplemento de deportes de El Mercurio lo confirmó: el chileno, el italiano y el argentino son los guardavallas que más penales (6) han atajado en los torneos de fútbol más importantes (Mundial, Eurocopa, Copa América y Copa Confederaciones). Esa vez, Vidal, Alexis y Aránguiz le aguaron la fiesta a CR7.
A lo anterior se puede sumar la China Cup, donde en semifinales la Roja eliminó a Croacia con Cristopher Toselli atajando dos remates. Para Chile anotaron Eduardo Vargas, Pablo Galdames, Beausejour y Álvaro Ramos.
En esta Copa América le tocó sufrir a Colombia. Marcaron Vidal, Vargas, Erick Pulgar y Aránguiz antes de que Tesillo desviara. Luego Alexis, como ya sabe, colocó a los nacionales en la semifinal.
Párrafo aparte para destacar el aplomo del “Príncipe” en los penales. Además, el puentealtino lanza con una técnica tan perfecta que ya está siendo estudiada por profesores de neurociencia y entrenadores de lenguaje no verbal. Incluso, para muchos Aránguiz es el mejor de la generación dorada porque habla en la cancha, apoya a todos y tiene una pegada que impresiona. Y más encima, veranea junto a los suyos en Puente Alto. Sí, ahí en el sector suroriente de la  Región Metropolitana, donde la gente quiere que vaya su nombre.