viernes, 30 de agosto de 2013

La hora de la "Crespa"



Carolina “Crespa” Rodríguez soñó tantas veces este momento, sin embargo se le ve tranquila en la víspera de la disputa del cinturón planetario -de los gallos- de la WIBA. Debe ser porque la vida le enseñó que los rivales más enconados y los golpes más duros no están arriba de un ring.

En Chile es difícil hacer carrera en el deporte y ser pugilista femenina lo es doblemente. La puentealtina, en sus tres años en el boxeo profesional, las ha pasado todas. Un 9 de abril de 2010 debía debutar con Gabriela “Pulga” Aranda, pero la trasandina no se presentó a la velada que se montó en el Club México. Veintiún días más tarde, la criolla, con algo de ansiedad, haría su estreno frente a la también argentina Natalia Burga. Un episodio del deporte chileno que la historia consigna como el primer combate profesional femenino de boxeo.

En las siguientes refriegas, su manejador y entrenador Claudio Pardo tuvo que gastar lo que no tenía para traerle rivales y para que su pupila siguiera peleando en nuestro país. Todo se hacía cuesta arriba, sin una competencia local, por ende sin rivales y sin auspiciadores. En medio de este inhóspito panorama, el Team Pardo decidió ir a probar suerte a Argentina en 2012.

En el otro lado de la cordillera, la “Crespa” simplemente deslumbró. Peleó tres veces en un mes y medio -ganó los tres combates-, lo mismo que había peleado en Chile en sus casi tres años en el “profesionalismo”. La prensa trasandina elogió su técnica, su velocidad y sus ágiles desplazamientos.

El regreso a Chile a fines de 2012, también fue la vuelta a la triste realidad. Con escaso apoyo, Rodríguez comenzaría a autogestionar la disputa del título latinoamericano de la AMB. Asimismo, organizó rifas y fiestas que servirían para paliar los costos del evento. El título quedó en casa pero la púgil no quedó conforme con su cometido. Por motivos extradeportivos, Rodríguez no pudo dedicarle tiempo completo a su trabajo técnico. ¿Usted se imaginaría a Roger Federer o a Usain Bolt haciendo completadas o kermeses para poder realizar sus partidos o competiciones?

El 26 de julio último, la chilena se trajo otra victoria desde Argentina, derrotó por los puntos a la local Florencia Canteros y mantuvo su invicto en Argentina de cuatro combates y general de ocho. Con ese palmarés llega la criolla -este sábado 31 de agosto- a enfrentar a la venezolana Ana Lozano en Constitución.

Carolina Rodríguez Solorza va por un cetro que se merece como nadie y que ha perseguido con tozudez, sacrificio y convicción. Señoras y señores, es la hora de la “Crespa”.

lunes, 26 de agosto de 2013

¡Gracias, Nico!



Hace poco veía cómo, en una cancha argentina de quinta división, sacaban en andas a Diego Armando Maradona. También recuerdo mi asombro con las estatuas del “10” en el Museo de Boca y con la de Luis Ángel Firpo, “El toro salvaje de las Pampas” en el Cementerio de la Recoleta en Buenos Aires.
Admirable lo del pueblo trasandino con sus ídolos y con las mil y una embarradas que se ha mandado el “Pibe de Oro”.

Es por eso que en la hora del inminente retiro de Nicolás Massú,  es imposible no acordarse de aquellos que pedían a gritos su jubilación del deporte blanco. Lamentablemente el viñamarino nació en un país que desconoce más de lo que reconoce y que crucifica más de lo que felicita.    

Las cosas de la vida suceden y son cuando tienen que ser, y el “Vampiro” se puede ir cuando quiera. Su espacio entre los grandes del deporte chileno se lo ganó legítimamente. Ahí, al ladito del “Chino” Ríos, de su compadre “Feña” González, de “Don Elías” Figueroa y del atleta paralímpico Cristián Valenzuela.

Asimismo, a Marcelo Ríos rara vez lo recordamos por sus episodios deportivos. Gracias a sus últimas descompensaciones, es que volvimos a ver en los noticiarios sus exquisiteces en las canchas. Curiosamente a nadie se le ha ocurrido  bautizar al court central del Estadio Nacional con el nombre del ex top one. Para que vamos a hablar de erigirle un monumento, eso definitivamente no está en nuestro ADN.  

Sin embargo, los reconocimientos a veces vienen de afuera. La ATP  celebró los 40 años desde la creación del ranking mundial y Marcelo Ríos fue protagonista de la gala en Nueva York, donde desfilaron leyendas de la talla de Ivan Lendl, Rafael Nadal, Novak Djokovic y John McEnroe, entre otros. ¡Sí, un chileno en la elite del tenis mundial! Si hasta el mismísimo Roger Federer subió una foto a su twitter al lado del “Chino” y del español Juan Carlos Ferrero.

¿Se acuerda que durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012 las estaciones del metro Oval y London Bridge se llamaron Nicolás Massú y Fernando González, respectivamente? Asimismo, Elías Figueroa fue nombrado embajador de Porto Alegre -el único extranjero- para el Mundial de 2014. Es cierto, el estadio de Playa Ancha lleva el nombre del exzaguero central, pero todavía falta el gran reconocimiento país para quien es considerado uno de los mejores futbolistas de todos los tiempos.

Por estos días Massú desmiente el retiro, pero no nos olvidemos nunca que gracias al Nico la bandera chilena flameó en lo más alto del altar del Olimpo. No nos olvidemos nunca que gracias al Nico y al Feña, fuimos campeones olímpicos.

miércoles, 14 de agosto de 2013

Campeón de la vida



¡Por Dios que merecido el Premio Nacional del Deporte para el atleta paralímpico Cristián Valenzuela! Todavía recuerdo su visita a los estudios de la Radio Santiago Bueras de Maipú, por allá detrás del Templo Votivo y con más de 30 grados de calor. Un campeón de verdad -sin poses y  divismos baratos-,  un ser humano de excepción y un hombre de fe inconmensurable.

Con un bicampeonato del mundo y un  oro olímpico, Valenzuela ya se inscribió en la historia grande del deporte chileno. Ahí, al lado de Marcelo Ríos, Nicolás Massú, Fernando González y Don Elías Figueroa.

Convengamos que el oriundo de Conchalí es un ejemplo de resiliencia  en  un país donde ser deportista pareciera ser una condena más que una profesión. Asimismo, su historia nos invita a mirar las contrariedades de la vida como una forma de superarnos e ir más allá, incluso de donde nosotros mismos creemos que podemos ir.

El atleta perdió la vista producto de un glaucoma a los doce años, así también las ganas de vivir y de relacionarse con el mundo. Con el apoyo de amigos incondicionales, Cristián Valenzuela abandonó unos años más tarde su autorreclusión  y  abrazó a la poesía y al deporte como vías de escape a un destino adverso.

El incentivo de su amigo Erwin Jiménez fue vital para sus inicios en el deporte. Lo introdujo en la práctica del goalba, un deporte paralímpico creado específicamente para personas no videntes o con alguna deficiencia visual. El juego se basa principalmente en el sentido auditivo para detectar la trayectoria de la pelota, la cual lleva en su interior cascabeles. Todos los jugadores llevan antifaces opacos para igualar la falta de visibilidad de los participantes.

A partir de ese momento, Valenzuela se interesó en todas las actividades deportivas para ciegos. Su vida había dado un vuelco total. Es así como en  unas pruebas atléticas en el Estadio Nacional deslumbró con su velocidad a  los entrenadores del recinto ñuñoíno y a poco de andar, comenzaron sus primeras competiciones internacionales y sus primeros logros.

En los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007 corrió los 1500 metros y quedó cuarto. Su primera participación en unos Juegos Paralímpicos fue en la cita de Pekín 2008, donde compitió en los 1500 metros en la categoría T-11 (ceguera total), en la cual obtuvo un tiempo de 4:27.94, rompiendo su anterior récord nacional de 4:35.54.

En 2011, en el Mundial de Atletismo Paralímpico Christchurch en Nueva Zelanda, consiguió oro en maratón. En los Juegos Paralímpicos de Londres  2012, en la prueba de 5000 metros obtuvo la medalla de oro con un tiempo de 15:26.26. Esta fue la primera vez que Chile obtuvo una medalla, tras 20 años de su debut en los  Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992. Asimismo, en julio de este año el chileno participó en el Mundial de Atletismo Paralímpico celebrado en Lyon, Francia donde logró medalla de plata en los 5000 m y 1500 m y medalla de oro en la maratón.

Todos estos resultados lo han catapultado merecidamente a la cúspide del deporte chileno, donde ha recibido variadas distinciones. Sin embargo, su mayor proeza es haberle ganado al destino y a la vida.