miércoles, 17 de abril de 2019

El carro de la victoria


Las voces se alzan eufóricas y exultantes con el primer título ATP de Christian Garín en Houston y vaya que podría ser natural esto, pero hasta hace poco esas mismas voces eran duras e implacables con el tenista criollo. Acuérdese de que al ariqueño a muy corta edad, se le puso la pesada mochila del recambio del tenis chileno. Muchos creían que después de Ríos, Massú y González venía inmediatamente un fenómeno de las mismas características.
Garín debutó en Copa Davis con 16 años y 119 días, ante Italia en Nápoles, convirtiéndose así en el jugador más joven en representar a Chile en esa tradicional competencia. En dicho encuentro, Garín cayó ante Simone Bolelli por 4-6 y 3-6.
Garín tuvo caídas duras en las series ante Ecuador en 2013, Barbados en 2014, Canadá en 2016, Colombia en 2017 y Argentina en 2018. El "Tanque" sentía la presión y sucumbía ante ella. Asimismo, reconocía en esos tropiezos que debía trabajar mucho más su concentración.
Ser campeón mundial de tenis junior (Sub-14) en 2010, ganar Roland Garros Junior en 2013 y debutar con un triunfo en el ATP de Viña del Mar, fueron muchas veces una carga más que buenos antecedentes.
Casi nadie se acordaba de que antes de los veinte años, el criollo había derrotado a tenistas importantes como Carlos Berlocq, Diego Schwartzman, Máximo González, Horacio Zeballos, Nicolás Jarry, Nicolás Almagro, Alexander Zverev y Dusan Lajovic.
El tenista se refirió sobre este punto en una entrevista para el sitio puntodebreak.com (15/02/2019): Ganar Roland Garros Junior generó una expectativa muy grande, pero gané ese torneo y no tuve ningún apoyo en general y siento que lo único que tuve fue más presión. Cuando perdía un partido en Challenger o Future ante alguien que no era tan bueno, se decían cosas que estaban de más y yo me lo empecé a tomar mal. Perdí un poco de tiempo con cosas externas que ahora quizás no me afectan mucho.
Me gusta mucho mi país, mis amigos y mi familia son de allí. Me siento muy identificado con Chile, pero el apoyo al tenis es cero. Yo, por mi parte, no tuve apoyo de ninguna Federación ni Institución. Fue todo esfuerzo personal y la verdad que tuve que pasarla mal en ese sentido. Si no hay apoyo, no sé cuántos jugadores se podrán sacar. Yo llevo casi la mitad de mi vida jugando al tenis y tuve la suerte de tener una familia que me acompañó siempre y económicamente se endeudaba para que yo pudiera viajar y eso fue difícil. Ahora veo los frutos de poder estar jugando estos torneos e intento aprovecharlo.
En 2018, comenzaría su despegue tras algunos acercamientos con Larry Stefanki y su vínculo con el entrenador argentino Andrés Schneiter. Esta última, sería una decisión clave en este repunte, dada la experiencia del trasandino como jugador y entrenador. Su análisis fue certero apenas comenzó a relacionarse con el chileno en agosto: Creo que su gran problema es la parte mental. Yo en eso trabajo muy bien, es en lo que más me destaco, por eso creo que le puedo dar una muy buena ayuda. En los últimos años estuve con ocho jugadores que se han metido entre los 100 mejores del mundo conmigo. Doy una manera de trabajar donde ayudo bastante en la parte mental, que el jugador se ordene bien dentro de la cancha y fuera. Eso debe haber convencido a Christian para venir a trabajar conmigo. No tengo temor, tengo clara la forma de trabajar, será cuestión de tiempo. Christian tiene todo el tenis y potencial para ir metiéndose. Me hago cargo de los desafíos.
Garín era 159º del mundo, el 6 de agosto de 2018, cuando empezó con Schneiter. Hoy es 47º.
Asimismo, ganó puntos importantes en distintos Challengers hasta llegar al número 100 ATP y conseguir una impresionante racha de quince victorias consecutivas en octubre. 
Su redención en Copa Davis, llegó en el momento preciso, ante Austria definiendo el quinto punto que clasificaba a las finales del Grupo Mundial en Madrid.
¡Grande, Garín! ¡Tremendo, Garín! Se escucha fuerte, pero hasta hace poco, esas mismas voces eran duras e implacables con el tenista criollo. Garín hoy tiene 22 años y es número 47 del ATP,  no te demores, súbete pronto al carro de la victoria...

viernes, 12 de abril de 2019

¿Podemos exigirles que le ganen al campeón de Europa?



El circo romano de las redes sociales crucifica a la Selección Nacional de Fútbol Femenino por su caída 7-0 ante Holanda. No obstante, a quienes disparan detrás de un teclado hay que aclararles que se trata de las actuales campeonas de Europa y una de las top ten históricas de dicha competencia.
Chile sucumbió ante un fútbol táctico, físico y de pase largo que siempre le ha hecho pasar estragos a nuestros combinados. Acuérdese del pragmatismo de Estrella Roja en la Copa Intercontinental de 1991 o de la derrota ante la Holanda de Louis Van Gaal en Brasil 2014.
Es cierto que las palizas duelen, pero hay que chocar con el muro hasta derribarlo, porque enfrentar a rivales débiles es engañarse a sí mismos. De hecho, la mítica Roja del '62 recibió media docena de goles ante Francia en la gira por el viejo continente en 1960, lo que a la larga le sirvió para tomarles el pulso a Suiza, Italia, Unión Soviética (campeón de Europa) y Yugoslavia (campeón olímpico) en el Mundial. Asimismo, el confronte amistoso ante Alemania en la era Sampaoli en 2014 fue muy aleccionador para lo que después vino en el Mundial de Brasil y la Copa América 2015. 
A modo de contraste, la Roja de Rueda jugará en junio con Haití, selección ubicada en el puesto número 100 del ranking FIFA. Además, en este proceso se ha jugado con cuadros sin tanta figuración como Serbia, Costa Rica y Honduras. Quién creería que hace sólo dos años Chile era la segunda mejor selección de las Confederaciones, derrotando con autoridad a los campeones de África, Oceanía y Europa. Dime con quién andas y te diré quién eres.
Me acuerdo haber visto, el 28 de agosto de 2016, a la Selección Chilena Femenina y haberme sorprendido gratamente con el triunfo 1-0 sobre Uruguay, en un amistoso en el Estadio Nacional. Había poca gente en las gradas y uno que otro medio. Parecía más bien una reunión familiar con los gritos de la tía, la mamá y la abuelita. 
Ese partido me quedó dando vueltas durante mucho tiempo, sobre todo por la excelente forma física y por la técnica depurada que desplegaron las jugadoras criollas en el gramado de Ñuñoa. Erradamente, me había quedado con la imagen del insípido fútbol exhibido en el Mundial Sub-20 de 2008.
Si me hubieran dicho en esas galerías vacías que las chilenas le iban a ganar 4-0 a Argentina en la Copa América 2018 y que iban a clasificar al Mundial en un partido televisado, no lo hubiera creído. Igualmente, tampoco hubiera imaginado verlas enfrentarse a Estados Unidos, Italia o Francia. Sin embargo, hoy se les crucifica por una derrota, lo que demuestra lo difícil que es ser deportista en Chile y doblemente si se es mujer. 
La misma portera Christiane Endler fue enfática acerca de la inauguración de un camarín femenino hace algunas semanas: “Creo que esa fue una iniciativa más política que otra cosa, porque no sé cuándo lo vamos a usar, pues nunca jugamos en el Estadio Nacional. Debiesen arreglar primero los camarines donde se entrena día a día, que son un desastre, más que adaptar uno que, a lo mejor, se va a usar una vez, pero que es lo que más vende”. Entonces, señores cibernautas: ¿Podemos exigirles que le ganen al campeón de Europa?