martes, 28 de abril de 2015

Oreja y rabo para Cobresal



“Que el más chico se  haga valer, que el más grande a su lado podrá caer”. Así versa la letra de una canción del argentino Pedro Aznar y así también se construyó la historia del primer campeonato de Primera División para Cobresal.
Los puristas del fútbol dicen que fue el elenco menos malo de la competencia, sin embargo, no es culpa de Cobresal que Colo-Colo haya tirado el campeonato y que a la Universidad Católica se le suelte el esfínter en los tramos finales. Asimismo, el actual formato de torneo tampoco contribuye mucho a la ingeniería de grandes escuadras y de las posibilidades de las mismas en las justas regionales. Por cierto, esto no le resta méritos al logro conseguido por los dirigidos de Dalcio Giovagnoli.
Seguramente la alineación de los de El Salvador no se va a recitar en los próximos años, pero los títulos también se ganan con esfuerzo, inteligencia y perseverancia. Y ahí estuvieron los caudillos de esta gesta: Nicolás Peric, Francisco Sánchez, Miguel Escalona, Juan Pablo Miño, Johan Fuentes, Ever Cantero y Matías Donoso.
Aquellos que dicen que a Cobresal le tocó un torneo fácil, quizás nunca han  zafado de una zona de descenso, quizás nunca han sorteado las consecuencias de un terrible  diluvio y, por lo mismo, hacer de local en una cancha que no es la propia. Quizás no conocen el sabor del triunfo o nunca han jugado fútbol.
Sí hasta el escritor inglés John Carlin, famoso por su libro “El Factor Humano”, celebró la gesta y redactó una nota en el diario “El País” de España, donde se refirió a la historia de Cobresal no solamente como la de David frente a Goliat, sino como como la del ave fénix que resurge de las cenizas. Además comparó el hito de los “mineros” con las victorias de Corea del Norte frente a Italia en el Mundial de 1966, la del Steaua de Bucarest contra el Barcelona en la final de la Copa de Europa de 1986 y la del Real Madrid en la Copa del Rey contra el Barcelona de Guardiola en 2011.
Oreja y rabo para el campeón, para ese que viene del norte azotado por la naturaleza. Oreja y rabo para ese equipo que se alberga en una de las zonas más desérticas de la tierra. Oreja y rabo para esa historia que también construyeron algún día los Julio Acuña, los Nelson Pedetti, los Julio Suazo, los Franklin Lobos, los Ronald Fuentes, los Sergio Salgado, los Rubén Martínez, los Rubén Dundo y los Iván Zamorano. Oreja y rabo para el único equipo invicto en la historia de la Copa Libertadores y que retorna a su cita con la novia de América después de largos treinta años. Oreja y rabo para el campeón de Chile. Oreja y rabo para Cobresal.

viernes, 10 de abril de 2015

¡Salud, muchachos!





En épocas modernas y de alto “desarrollo”, a menudo queremos encontrar soluciones instantáneas y triunfos presurosos, sin entender que el éxito es simplemente resultado de un crecimiento interior  y que éste inexorablemente necesita de tiempo.
Es así como un día, en pleno corazón de la Población Santa Adriana, un puñado de muchachos dibujó una cancha de tenis en un rectángulo de  cemento de cuarenta por veinte metros, amarraron camisetas de un extremo a otro y se pusieron a jugar. Esta loable iniciativa sería bautizada como “Futuros para el Tenis” de Lo Espejo.
En algo más de una década, no hubo respiro para sus creadores y los confrontes y los rivales cada día fueron más duros. En todo ese tiempo, los “futuros” les hicieron tremendos partidos a los estigmas sociales, a la discriminación y a las vulnerabilidades del sector. No había un techo para el sol en verano y tampoco para la lluvia en invierno, pero ahí estaban los niños dándole a la pelotita y  tratando de ganarle un set a la vida. Es decir, no había nada de nada, pero creer en sí mismos y en los demás ya era mucho.
A poco de andar, llegaron algunas ayudas, pero nunca las suficientes para causas de este tipo. Como la vida misma, había que seguir adelante a como diera lugar.
En el marco de la renovación urbana del sector, los fundadores de FPT postularon al programa “Quiero Mi Barrio”, del Ministerio de Vivienda y Urbanismo, en 2006. Allí detallaban la importancia del deporte, y en este caso del tenis, como una herramienta de inclusión y de inserción social. El proyecto fue adjudicado y aprobado para  la construcción del soñado polideportivo, que se inaugurará el próximo 18 de abril. El coliseo será bautizado con el nombre de “Héroes Olímpicos” –en honor a Nicolás Massú y Fernando González–, aunque quizás debería llamarse “Los Mosqueteros de la Santa Adriana”, en reconocimiento a la encomiable obra de sus precursores.
La historia de estos chicos es parecida al bambú japonés, que durante sus primeros siete años no muestra grandes progresiones, a tal punto que un labriego inexperto se convence de haber comprado semillas infértiles.
Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de tan solo seis semanas la planta de bambú crece intempestivamente por más de treinta metros. ¿Tardaría solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse.
Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años. Los chicos de “Futuros para el Tenis” de la Santa Adriana no se dieron por vencidos y gradual e imperceptiblemente fueron creando los hábitos y el temple que les ha permitido sostenerse en el tiempo y aguantar las vicisitudes de la vida y el deporte. Ahora y en la hora de la nueva casa: ¡Salud, muchachos!