viernes, 2 de diciembre de 2011

Luis Alberto Cerda: “Un animal del ring”


Treinta grados no daban tregua y el profesor de Educación Física menos. En la cancha del Liceo de Aplicación, ordenaba diez vueltas completas y había que aguantárselas.
Al concluir la prueba de resistencia, preguntaba al alumno más aventajado por su deporte favorito. ¡Boxeo!, exclamaba el espigado muchacho. ¡Tai pintao pal Club México, cabrito!, auguraba el maestro.
Luis Alberto Cerda, a sus 13 años, ya sabía de golpes bajos y de caídas a la lona. “Cuando tenía 10 años, mi padre fue atropellado en el paradero 9 de Pajaritos, cuando venía camino a casa desde el trabajo”, dice ahora a los 21 años, con el rostro marcado por las peleas y con el corazón cicatrizado.  
En el México lo despabilaría a punta de coscachos el extinto coach Luis Díaz. A poco de andar, su sed de éxito y unas cuantas pizzas le ganaron el apelativo de “El Animal”. “En realidad soy el animal de la mesa, de la comida… Fue en un Campeonato Nacional Juvenil en el 2009, donde me coroné como Campeón de Chile con 4 peleas ganadas en una semana y con 3 de ellas ganadas por K.O”.
Una treintena de refriegas en el amateurismo nunca lo convencieron. “Siempre tuve la aspiración de ser un profesional, porque es un boxeo más atractivo, más fuerte y atrae más público. El choque, los golpes, la puntuación, los guantes más chicos, todo eso le da su toque al show. En Chile no es una opción dedicarse al boxeo amateur, porque no hay apoyo. Acá uno pelea con puros chilenos, o con suerte con algún argentino de segunda mano, a diferencia de Europa, donde el boxeo amateur sí resulta, porque pelean entre todos, lo que los hace más competitivos”.
En 2010, el ex púgil Joel Mayo quedó perplejo con la exuberancia del muchacho sobre el ring y al poco tiempo lo becó por un semestre en el viejo continente. En tierras ajenas se enfrentaría a la vida y también a una escuela técnica que marcaría su estilo para pelear. “Muchos dicen que el boxeo embrutece o es un deporte para tontos. Pero como boxeador soy mucho más inteligente que cuando no lo practicaba. Gracias a la disciplina, conocí otras latitudes y aprendí a hablar otros idiomas”.    
Tras su periplo por Europa, su cacería en el profesionalismo la inició el 4 de marzo de 2011 con un K.O. Su rival, Humberto Troncoso, no pasó del primer round. “Metí las manos precisas”, recuerda Cerda.
Su última embestida fue el 25 de noviembre de este año y su víctima, el trasandino Orlando Marcelo Colque. “Entre los boxeadores somos siempre respetuosos, al menos yo lo soy tanto arriba como abajo del ring, claro que eso no quita que yo salga a cortarle la cabeza a mi rival si puedo, porque es mi trabajo, soy yo o él, es mi carrera la que está en juego”.
Suma cinco escaramuzas en el campo de los expertos, todas resueltas por la vía del cloroformo y en  cada golpe refleja su admiración intrínseca por Manny Pacquiao es de lo más grande que tiene el boxeo en este momento, Floyd Mayweather da mucho espectáculo y es muy inteligente. Arturo Gatti era muy valiente, o el mismo Juan Manuel Márquez.
Cerda es hijo de la comuna de Maipú, pero hasta ahora un hijo no reconocido. “En la Municipalidad de Maipú no tienen idea de que existo o quizás no saben que soy de la comuna. Me gustaría que la municipalidad me pudiera apoyar. Ojalá hicieran lo mismo que la Municipalidad de Iquique, que tiene una beca llamada “Estanislao Loayza” para apoyar a sus deportistas de alto rendimiento”.
El Animal  sobrevive a las pellejerías de la actividad con los 5 mil pesos de las clases que imparte en el Club México. Algo cae según la bolsa, conforme los rounds que se disputen en las veladas organizadas por la entidad azteca. Ser deportista en Chile es un arréglatelas como puedas. “En lo que va de mi carrera no he tenido auspiciadores; es muy raro que se fijen en un boxeador para darle apoyo. Un aporte monetario o de implementos es muy importante en la carrera de un deportista. Por el momento vivo de lo que me da el Club”.
Cerda sólo se muestra agradecido con el Club México y su director Luis Valenzuela: “Él es muy importante para lo que se está logrando en el boxeo. Su arduo trabajo, su dedicación y pasión por la disciplina han dado frutos y han levantado la actividad. Gracias a él hay boxeo en Chile; gracias a él yo estoy presente en el boxeo chileno”. 
Las miserias de la actividad no amilanan al maipucino. No hay día que no recorra los catorce kilómetros de la ciclorruta que atraviesa la Avenida Pajaritos, la misma arteria donde cayó su viejo y donde se persigna cada vez que pasa por el paradero 9. “Antes de cada velada me conecto con mi papá. Le pido por mi integridad, por mis compañeros y por mi sueño de ser algún día Campeón del Mundo”.