lunes, 29 de agosto de 2011

Boxeo femenino chileno: “Benditas sean entre todos los puñetes”


En épocas de movimientos sociales, podríamos decir que las mujeres se “tomaron” el deporte chileno en lo que va de esta temporada. Es así como la tiradora con arco Denisse Van Lamoen y la triatleta Bárbara Riveros han elevado el emblema patrio a lo más alto con los títulos mundiales obtenidos en sus respectivas disciplinas. En tanto, Francisca Crovetto (Tiro Skeet), Kristel Köbrich (Natación), Erika Olivera (Maratón), Natalia Duco (Lanzamiento Bala) y Karen Gallardo (Lanzamiento del Disco) ya se matricularon para los Juegos Olímpicos de Londres de 2012.
Asimismo, el boxeo femenino, busca abrirse paso en la sociedad para terminar con los estigmas y prejuicios sexistas, y por sobre todo, alertar a las autoridades sobre las precarias condiciones en que se encuentra la disciplina en Chile. Convengamos en que la actividad femenina actualmente respira gracias a la misericordia de algunos visionarios que se meten la mano al bolsillo. Este es el caso del ex campeón mundial de kickboxing y reconocido coach de boxeo Claudio Pardo, quien este 20 de agosto pasado reunió en el Club México a un ramillete de pugilistas en torno a la velada “Bellas y Furiosas”.
Una exhibición de cinco combates preliminares amateurs -dos de ellos frente a contrincantes  argentinas- y un combate profesional de fondo que anunciaba al único crédito nacional en la categoría, Carolina “Crespa” Rodríguez, frente a la también trasandina María Cecilia Román.
Recordemos que la “Crespa” es campeona nacional, panamericana y sudamericana de kickboxing y debutó en el profesionalismo el 30 de abril de 2010 -en este mismo reducto- con un triunfo por los puntos ante la rioplatense Natalia Burga, hito consignado en los libros como el primer combate profesional del boxeo femenino en Chile.
La justa en cuestión se pactó para las 20:30 horas y convocó a trescientos valientes, a los cuales no les importaron las bajas temperaturas para acompañar a las gladiadoras nacionales. Tras media hora de retraso, un destartalado maestro de ceremonia salió a calmar las pifias con una puesta en escena al más puro estilo norteamericano: pantalla gigante, luces de colores, humo y música electrónica que poco a poco elevó la temperatura del lugar. ¡Señoras y señores, comienza la fiesta del boxeo! Exclamó entre las ensordecedoras pifias.
Con las trasandinas y las nacionales -con caras de pocas amigas- sobre el cuadrilátero, se inició la ceremonia de interpretación de himnos patrios. “O el asilo contra la opresión” estalló el Club México como un solo coro con el himno de Chile.
La ronda de combates preliminares a 3 rounds comenzó con el festival de gualetazos  que se adjudicó Ángela Rubilar, del Team Galaz de Santiago, sobre Rosa Flores, de Ovalle, en la categoría 60 kilos. El segundo preliminar se lo llevó con holgura Jessica Villarroel, del Club Valdivia, de la misma ciudad ante la estilizada Yareth Castillo, del Team Bushido de Santiago, en la categoría 48 kilos. El tercer preliminar fue una lucha titánica con triunfo para Johanna Barrera, del Team Pardo de Santiago, ante Paloma Madariaga de Ovalle en la categoría 64 kilos. El cuarto preliminar internacional fue levemente aventajado por la argentina Luz Guzmán, sin embargo los jueces vieron ganadora a la promisoria Vanira Monasterio, del Team Pardo de Santiago, en la categoría 56 kilos y en el combate de semifondo, Ana Quiñones del Team Pardo de Santiago, no pudo ante la contundencia de la trasandina Leonela Yudica en la categoría 48 kilos. Todos los combates se fallaron en las tarjetas.
A las 22:45 horas se cerraba la serie de combates amateurs con la efervescencia a tope. El desgarbado locutor anunciaba el combate estelar, pero antes mandaba a una pausa de quince minutos.
Fue así como el piso comenzó a vibrar a las 23:00 horas. No era un temblor, era el regreso de Carolina al mítico recinto de la avenida San Pablo. Fueron catorce meses de espera e innumerables excusas dirigenciales para esta nueva oportunidad. En sus manos la responsabilidad de representar al género y a tantas  jóvenes que se ilusionan con incursionar en el deporte como una herramienta de inserción social.

“Hay hartos momentos difíciles. A veces quiero abandonar todo porque siento que no voy para ningún lado, que no tengo ningún apoyo y que se hacen demasiado complicadas las cosas. Pero ahí pienso que esto es lo que me gusta, sé que lo puedo hacer bien y aquí está mi futuro”.

Comienza la pelea y a la criolla se le ve ágil y muy técnica, aunque a ratos acusa su falta de experiencia en peleas de boxeo. El combate no es fácil y los expertos comentan que su imbatibilidad en el kickboxing no le asegurará triunfos en el deporte de los puños ¡Fin del primer round! En la segunda ronda la multicampeona chilena gana confianza en el cuadrilátero y definitivamente se suelta de los nervios iniciales; a tal punto que conecta una impecable serie de golpes que acusan recibo en el rostro de la argentina.
¡Crespa! ¡Crespa! ¡Crespa! tronaba el gimnasio azteca enardecido, mientras que en el tercero ya intercambiaba algunos palos con la representante de allende los Andes. En el cuarto round su entrenador  la instruía con algunas señas y con uno que otro consejito: “Maneje la pelea, usted sabe ¡no le crea!”.
Y así no más fue, llegamos al último round sin grandes sobresaltos. Sonó la campana y el rostro de la única boxeadora profesional chilena que no se la podía de satisfecha. Sin embargo no todo estaba dicho y  faltaba por escuchar el veredicto de los jueces: Vladimir Herve 60-56, Hernán Moreno 60-55 y Hernán Pacheco 60-55. Triunfo inapelable para Carolina Rodríguez de Chile se escuchó por los parlantes del recinto.
Los flashes de las cámaras se fueron encima de la ganadora y los micrófonos se peleaban por sus palabras: “Voy a ser campeona del mundo. He imaginado hartas veces ese momento. Hay que esperar que llegue el día, no más, porque va a ser, va a ser así”.
¡Dios la escuche y bendita sea entre todos los puñetes!

miércoles, 3 de agosto de 2011

Club México, donde respira el boxeo chileno


No es misterio que el boxeo chileno se encuentra con respirador artificial desde hace mucho tiempo, sin embargo el Club México es actualmente el oxígeno de la actividad en nuestro país. Las puertas del gimnasio ubicado en la popular intersección de las avenidas San Pablo con Manuel Rodríguez se abren mensualmente para recibir al millar de aficionados que se dan cita en sus  espectaculares veladas pugilísticas.
Allí converge el obrero luego de su extenuante jornada laboral, el estudiante que hace un alto en las movilizaciones, el jubilado que le pellizca una cola a la mísera pensión y también la dueña de casa que acompaña al hijo boxeador en su sueño por ganarle un round a la vida.
Este viernes 29 de julio pasado, se anunció en “la última pelea de la noche” el retorno del crédito del boxeo chileno Óscar “La Máquina” Bravo tras su malograda expedición en Ghana frente a Emmanuel Tagoe por el Título Intercontinental Súper Pluma de la Federación Internacional de Boxeo (FIB). ¿El rival? Moisés Gutiérrez,  retirado del cuadrilátero hace cuatro años y apodado "El Matador". 
Como aperitivo, cuatro combates amateurs con noveles púgiles que enfervorizaron al respetable y entibiaron la jornada con su ímpetu y a ratos con su rústica técnica. Destacaron los siguientes triunfos: Elías Rovira del Club México sobre Jorge Andrade, de San Fernando, en la categoría 60 kgs. (Referee suspende combate en segundo round); Ángelo Andrade, de San Miguel, por los puntos sobre  Bastián Monsalve del Club México, en la categoría 75 kgs., y Matías Jiménez, de San Fernando, sobre Daniel Huincahue, del Club México, por los puntos en la categoría 64 kgs.
El empate entre los “titanes” Dalton Pardo, del Team Pardo de Santiago. y Raúl Alarcón, de Coyhaique, en la categoría 91 kgs, resultó una lucha pintoresca y sin tregua, que terminó contagiando a la galería con el empeño de los contendores y con las bravuconadas que se dedicaban sus esquinas técnicas.
Así el festival de puñetes cerraba la serie de combates amateurs y hacía un intermedio, momento que algunos aprovecharon para partir raudos a las casitas y otros para tomarse un café o servirse uno o varios sándwiches en el sector norte del gimnasio.  
La quinta pelea recibió en profesionales al debutante Francisco Rogel, de Osorno, y a Johan “Pitbull” Carter, de Santiago, en la categoría 52 kgs.
Así se reiniciaba la segunda parte de la velada y los fanáticos ni siquiera retomaban posiciones cuando Carter recibía un preciso cross de izquierda que lo mandaba a la lona por la vía del sueño. En las siguientes rondas de la pelea, el santiaguino apeló a la bravura de su raza, a su amor propio y a su despliegue físico, pero esto no le bastó para doblegar al sureño corajudo y bueno para mandar saludos por la tele. Convengamos que ambos contrincantes brindaron uno de los puntos altos de la jornada.
A eso de las 23:30 el recinto se colmó de silbidos, no fue precisamente por un mal cobro arbitral, sino que por los encantos de una morena de campeonato que adelantaba el combate más esperado de la noche. Con la clásica música de Rocky y con un look al más puro estilo reggaeton, mezcla de Daddy Yankee con “Celia Punk” -con la camiseta del Bayer Leverkusen incluida-  hacía ingreso al ring después de 1.460 días el “Matador” Gutiérrez. Unos segundos más tarde y con el estruendo popular que casi echaba abajo el coliseo azteca se presentaba ante los suyos  Óscar “La Máquina” Bravo.
No hubo round de estudio y parecía que estos púgiles tenían una deuda pendiente, porque se repartieron una lluvia de palos a lo largo de todo el combate. No obstante la balanza se desequilibró a favor de Bravo en virtud de su variado repertorio técnico y a la estrategia que utiliza para acomodarse al rival de turno. Aún así, se le echa de menos una pegada noqueadora.
Gutiérrez en tanto se mostró como un contrincante oficioso y experimentado gracias a su excelente esquive, su buen juego de piernas y una no despreciable cintura. Fin de la pelea y ambos púgiles se sienten ganadores: los vítores, los gritos y los aplausos no se  hicieron esperar. Los jueces Hernán Moreno y Ricardo Smith votaron a favor de Bravo por 58-57 y 58-56, respectivamente; en tanto que Hernán Pacheco vio ganar a Gutiérrez por 59-57. Bravo levanta los brazos, se abraza con su coach y en lo inmediato evaluará una propuesta para radicarse en la tierra del Tío Sam y continuar su carrera profesional.
La parcialidad se retira victoriosa, el locuaz presentador despide la velada y las luces de las cámaras se comienzan a apagar, no obstante me voy con la tranquilidad de que el boxeo respira en el Club México…