martes, 24 de mayo de 2022

¿Es posible volver a tener Clubes Sociales y Deportivos en Chile?


 




La semana pasada el diario as.com, Chile se introdujo en las dependencias del Estadio Monumental de River Plate, para reportear el fuerte rol participativo de los socios del club millonario. El medio describía en un artículo de como múltiples personas llegaban y se repartían en el recinto deportivo trasandino: “Hay actividades recreacionales y también escuelas para más pequeños. A simple vista, cuatro mujeres de avanzada edad disputan un partido en la cancha de tenis, más de veinte niños se desarrollan en una clase fútbol y alrededor de quince niñas participan en patinaje. Otros se encuentran en la cafetería, un sitio en común para la diversidad que disfruta del recinto. Abajo de la tribuna hay centros propios para el básquetbol, voleibol, karate, bochas y gimnasia, entre otros. La mayoría tiene jóvenes al interior y padres que esperan afuera. También hay vestuario para socios, oficina de kinesiología, sala de música y oficina de actividades solidarias. Todo, a metros de la cancha principal de fútbol.

Al alejarse del estadio, surgen sorpresas. Después de la cancha de balonmano, antes de llegar a la piscina y al frente de una plaza de juegos integradores para niños, hay dos canchas de pádel, el fenómeno del momento. Tres hombres entrenan en el espacio que fue inaugurado en marzo de este año”.

A mí no me sorprende dicha descripción, porque esto lo vi cuando estuve en el Estadio del Parque Independencia en Rosario, hoy Estadio Marcelo Bielsa Caldera, y en el Estadio La Bombonera de Boca Juniors en Buenos Aires en 2010. En el primero, observé muchas jóvenes practicando hockey sobre césped, -tras el boom de “Las Leonas”- y en el segundo, los adultos mayores disfrutaban de las piscinas y jugaban cartas y ajedrez en los alrededores del campo deportivo xeneize. Es decir, el socio activo pleno podía gozar de la totalidad del club.

Los dirigentes de Colo-Colo que viajaron por el cruce de ambos equipos por la Copa Libertadores, quedaron maravillados con el tejido social y deportivo del club de la banda roja y pretenden seguir ese modelo, pero ¿En Chile hay voluntad, ánimo y compromiso para vincular definitivamente al hincha en sus instituciones? Porque hasta ahora, ante cualquier acto de violencia en los estadios, los clubes se lavan las manos y se desentienden de los “elementos externos”. Y ¿Cuál es el nexo de las instituciones deportivas con los niños? ¿Hay actividades infantiles en los estadios? ¿Los adultos mayores pueden asistir a tardes recreativas o conciertos y obras de teatros en los mismos recintos? Otrora Colo-Colo era poderoso en básquetbol y atletismo, la Universidad de Chile en atletismo y natación y la Universidad Católica en todas las disciplinas. ¿Cuántas otras ramas deportivas tienen los clubes chilenos? ¿Qué quedó de eso?

Yo me crié bajo la estructura de un club social y deportivo (Club Deportivo de Ferroviarios de Chile, que hoy curiosamente sin otras ramas se llama Club de Deportes Ferroviarios de Chile), donde los funcionarios de la Empresa de Ferrocarriles del Estado y sus hijos, participábamos en distintas actividades que ofrecía la institución deportiva. Recuerdo talleres de karate, natación, gimnasia y las inolvidables fiestas de Navidad en el casino del Estadio San Eugenio, donde los niños recibíamos regalos.

El hincha criollo es un poco ingenuo, porque los clubes no le ofrecen ningún beneficio y tampoco lo impregnan de pertenencia. Por el contrario, le hacen creer que es "su equipo" porque estos se siguen llamando igual y tienen la misma insignia, pero todos sabemos que detrás del amado emblema, están las cajas recibidoras de dinero o compraventa de jugadores que oficialmente se llaman las Sociedades Anónimas, a las que solamente les interesa facturar y poco y nada preservar el acervo histórico del club y el bienestar de sus hinchas y socios.

Efectivamente, los dirigentes chilenos quedaron encandilados con toda la participación y el activismo de los hinchas de River en su recinto, pero para implementarlo en nuestro país no solamente se necesitan buenas intenciones, sino un altruismo y un amor inconmensurable por su institución. Mi madre siempre me decía que tenía que creer en la gente, pero todavía me cuesta un poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario