jueves, 20 de octubre de 2011

Crónica de una noche alba


Dígame si no ha sido apocalíptico el 2011 para Colo-Colo. Una temporada que partió con el pie izquierdo tras la insólita ratificación de Diego Cagna en la banca del cacique, y que prosiguió con el éxodo de algunos jugadores referenciales de la institución: Arturo Sanhueza, Rodrigo Meléndez y Miguel Riffo.
Recordemos que el cariacontecido técnico trasandino inauguró el 12 de febrero la temporada de boletas  -y tocó fondo- con el 1 a 5 propinado por la Universidad de Concepción en el Estadio Monumental. Al ex boquense se le recordará por abrir el saco de goles y también por las siguientes frases: “me gustaría jugar como Barcelona”, “a esa hora yo duermo la siesta” y “no me preocupa lo que piense el hincha”.
Diez días después de esa afrenta se sentaba en la banca de Pedrero, un Américo Rubén Gallego poseedor de una gran trayectoria y también de un gran verso. El ex técnico de Independiente de Avellaneda apeló en su mandato a situaciones extra deportivas y sus alineaciones escasamente deleitaron el paladar del hincha. Humillantes por decir los menos, fueron las eliminaciones por Copa Libertadores frente a Cerro Porteño por  2 a 3 de local, por el Apertura ante la UC en Cuartos de Final de Play Off y en Copa Chile frente a Lota Schwager. Agréguele la estocada que le clavó Diego Rivarola en el minuto 90 del último súperclásico.
Era agosto y el contrato de Gallego era rescindido por los administradores del club popular. El “Tolo”, que pregonaba su viveza a los cuatros vientos, se iba de Macul sin ningún logro deportivo y con una indemnización que superaba los $120 millones. ¡Hay que ser vivito!
Aunque Lucho Pérez hizo bien su pega como interino, de igual forma el día 30 de agosto fue presentado en sociedad a Ivo Basay como el nuevo entrenador del equipo. Punto aparte es el morrocotudo entuerto -con O’Higgins- que recién lo habilitó para dirigir el día 25 de septiembre frente a Cobreloa. La era de Basay arrancaba con un triunfo en Calama; sin embargo un nuevo frente de mal tiempo y una lluvia de goles azotaba a los albos: La Serena (4-0) y la última frente a la Universidad Católica (4-0), que deja al descubierto las malas decisiones y la mínima erudición futbolística de los concesionarios del club popular. Los mismos que tienen la responsabilidad de devolverles el honor y la vergüenza deportiva a aquellos que se gastan lo que no tiene para ir al estadio, a los que sufren verdaderamente con las derrotas y a los que según parece aman la camiseta de verdad…

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