miércoles, 9 de febrero de 2011

"La Roja de ellos"


La razón no acompaña al sentimiento, tras la salida de Harold Mayne- Nicholls desde la presidencia de la ANFP  y el asesinato deportivo que ha sufrido el proceso de Marcelo Bielsa.
Los clubes “grandes” y sus sociedades anónimas –que tienen como accionistas a los grupos empresariales más poderosos del país – impusieron sus apetitos comerciales por la vía “democrática” y  con ello el punto final al proceso de un estratega que vino a extirpar nuestro fútbol arratonado e insulso.

En un país de memoria frágil y tibio poder de manifestación, la figura del rosarino poco a poco se comenzará a olvidar y lo más probable es que nos resignemos y empaticemos con el  mandato de Jorge Segovia. Esto mismo lo he visto con las entradas más caras de Sudamérica, con el alza del transporte, del pan y otros servicios.

Es por eso que manifiesto haber sido fanático del club de mis amores,  de haberme gastado lo que no tenía para ir al estadio, de haberme comprado la última camiseta original con el número de mi ídolo, de haberme ido a las manos discutiendo con los archirrivales, de haber llorado una derrota a moco tendido en la galería, de haber cantado el himno nacional bajo la lluvia en un partido eliminatorio y  pagar con esfuerzo mes a mes la señal pixelada del CDF.

Pero estos carajos simplemente me mataron la pasión, me demostraron que no pertenezco a sus colores, que la insignia es la chapa de sus sociedades anónimas, me dejaron claro que son los dueños de la pelota, que mi opinión como hincha no vale nada y que ellos tienen y tendrán la última palabra.

Hoy me saco la camiseta, señores, y me desconecto del cable, porque su producto fútbol es malo, porque en las copas internacionales dan lástima, porque compran barato y venden caro, porque ustedes no aman la camiseta, aman el dinero. Esta vez no lloro de emoción por la grandeza de mi equipo, esta vez lloro por la pequeñez de sus administradores.

Confiemos en las buenas intenciones del empresario español y que nuestro balompié de cada día no tenga que esperar otro siglo para encontrar una identidad de juego.
Ya no oiré al “negro” Palma decir: “La roja tuya, la roja mía, la roja de todos”. Hoy la roja es de ellos.

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