jueves, 18 de agosto de 2016

¡No te vayas, Tomás!



Los Juegos Olímpicos cayeron parados en la televisión abierta, en tiempos donde los monopolios mediáticos producen importantes volúmenes de contenidos chatarra. Asimismo, el rating dice que los chilenos prefieren las transmisiones deportivas, pero no a los “rostros” que desconocen las disciplinas o que padecen incontinencias del tipo verbal. También sorprende que los noticieros se permitan calificar algunas actuaciones criollas de fracaso o decepción, cuando en cuatro años no les dan un minuto a otras especialidades que no sean el fútbol. No tiene gracia subirse al carro de la victoria, cuando los deportistas alcanzan cierta gloria, como el caso del joven tirador con arco Ricardo Soto.
Para alcanzar el Olimpo hay que dar todo y un resto más, y acá no les hemos brindado ese poco más a los otros deportes. En este escenario, nuestros atletas han tenido un rendimiento discreto y en muchos casos por debajo de sus propias marcas, pero qué difícil es competir cuando antes hay que vencer a rivales terribles como el desinterés, la falta de apoyo, la negligencia y las malversaciones dirigenciales. A veces la medalla del honor y la honestidad vale más que un oro, una plata o un bronce.
El entrenador Marcelo Bielsa, que es tan sabio, dice que en cualquier tarea se puede ganar o perder, pero que lo más importante es la nobleza de los recursos utilizados. Y vaya cuánta nobleza puso en sus recursos Tomás González en Río 2016. El chileno se paró de igual a igual ante las potencias mundiales de la disciplina y no defraudó en la final de salto. Dígame si el gimnasta no merecía mejor recompensa por tantos años de sacrificios y penas, pero la presea probablemente no se perdió esa tarde, sino tiempo atrás, cuando el deportista tenía que colocar estufas para entrenar en invierno o cuando golpeaba puertas que no se abrían. Tomás González demostró en Brasil todo su temple y una sobrecogedora capacidad de resiliencia para clasificar a la final de salto, después de una imprevista eliminación en la prueba de suelo. Después de cuatro años, el criollo se instaló entre los ocho mejores gimnastas de una cita de los anillos, donde nuestros colores nunca antes estuvieron. Finalmente, un séptimo lugar que lo hace esbozar la posibilidad del retiro, pero no te vayas, Tomás, porque unos pocos te quieren jubilar, por los que creen que vales un metal o por los que no aprecian la estética del deporte. No te vayas, Tomás, porque aún hay fuego en tu alma y ese momento llegará únicamente cuando tú lo decidas. No te vayas Tomás, porque muchos estaremos esperándote frente al televisor en cuatro años más y porque si te vas, las finales olímpicas de gimnasia ya nunca más serán lo mismo.

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