miércoles, 14 de agosto de 2013

Campeón de la vida



¡Por Dios que merecido el Premio Nacional del Deporte para el atleta paralímpico Cristián Valenzuela! Todavía recuerdo su visita a los estudios de la Radio Santiago Bueras de Maipú, por allá detrás del Templo Votivo y con más de 30 grados de calor. Un campeón de verdad -sin poses y  divismos baratos-,  un ser humano de excepción y un hombre de fe inconmensurable.

Con un bicampeonato del mundo y un  oro olímpico, Valenzuela ya se inscribió en la historia grande del deporte chileno. Ahí, al lado de Marcelo Ríos, Nicolás Massú, Fernando González y Don Elías Figueroa.

Convengamos que el oriundo de Conchalí es un ejemplo de resiliencia  en  un país donde ser deportista pareciera ser una condena más que una profesión. Asimismo, su historia nos invita a mirar las contrariedades de la vida como una forma de superarnos e ir más allá, incluso de donde nosotros mismos creemos que podemos ir.

El atleta perdió la vista producto de un glaucoma a los doce años, así también las ganas de vivir y de relacionarse con el mundo. Con el apoyo de amigos incondicionales, Cristián Valenzuela abandonó unos años más tarde su autorreclusión  y  abrazó a la poesía y al deporte como vías de escape a un destino adverso.

El incentivo de su amigo Erwin Jiménez fue vital para sus inicios en el deporte. Lo introdujo en la práctica del goalba, un deporte paralímpico creado específicamente para personas no videntes o con alguna deficiencia visual. El juego se basa principalmente en el sentido auditivo para detectar la trayectoria de la pelota, la cual lleva en su interior cascabeles. Todos los jugadores llevan antifaces opacos para igualar la falta de visibilidad de los participantes.

A partir de ese momento, Valenzuela se interesó en todas las actividades deportivas para ciegos. Su vida había dado un vuelco total. Es así como en  unas pruebas atléticas en el Estadio Nacional deslumbró con su velocidad a  los entrenadores del recinto ñuñoíno y a poco de andar, comenzaron sus primeras competiciones internacionales y sus primeros logros.

En los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007 corrió los 1500 metros y quedó cuarto. Su primera participación en unos Juegos Paralímpicos fue en la cita de Pekín 2008, donde compitió en los 1500 metros en la categoría T-11 (ceguera total), en la cual obtuvo un tiempo de 4:27.94, rompiendo su anterior récord nacional de 4:35.54.

En 2011, en el Mundial de Atletismo Paralímpico Christchurch en Nueva Zelanda, consiguió oro en maratón. En los Juegos Paralímpicos de Londres  2012, en la prueba de 5000 metros obtuvo la medalla de oro con un tiempo de 15:26.26. Esta fue la primera vez que Chile obtuvo una medalla, tras 20 años de su debut en los  Juegos Paralímpicos de Barcelona 1992. Asimismo, en julio de este año el chileno participó en el Mundial de Atletismo Paralímpico celebrado en Lyon, Francia donde logró medalla de plata en los 5000 m y 1500 m y medalla de oro en la maratón.

Todos estos resultados lo han catapultado merecidamente a la cúspide del deporte chileno, donde ha recibido variadas distinciones. Sin embargo, su mayor proeza es haberle ganado al destino y a la vida.

 

 

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