martes, 14 de junio de 2011

Universidad de Chile Campeón Apertura 2011: “El que quiere, puede”



“Somos la “U”, no nos den por muertos” ese era el grito de ultratumba que Jhonny Herrera emanaba, tras el primer combo propinado por la Católica en la ida de la finalísima del Torneo de Apertura. ¡Reconozcámoslo! Aquel hilo de ilusión nacía únicamente de quienes lideraban el camarín azul y también de aquellos incondicionales que agotaron las entradas al otro día de la derrota. ¡El resto que no se suba de colado a la micro de los campeones!
Los dos goles en contra suponían un bajón anímico de los universitarios laicos y la revancha como un mero trámite hacia la consecución del primer bicampeonato de la institución cruzada. Sin embargo, los de San Carlos de Apoquindo acusaron sus vulnerabilidades en los duelos anteriores a la gran final. Recuerde los cotejos frente a la misma “U” por la fase regular, frente a Colo-Colo en la primera media hora en el arranque de los play off y frente a Unión La Calera en ambos partidos por semifinales. ¿El clon de Bielsa habrá analizado los defectos del rival?
Muchos éramos escépticos a la oferta ofensiva de Jorge Sampaoli, pero el tiempo le fue dando la razón. Su escuadra fue la más efectiva al anotar 54 goles a favor y sólo recibir 25 en contra, siendo la valla menos vencida.
Tampoco le tembló la mano para prescindir de emblemáticos del club que no iban a encajar en su esquema: Manuel Iturra y Rafael Olarra. Tampoco sucumbió ante la presión de la hinchada que pedía en la titularidad a Diego Gabriel Rivarola. Súmele los acertados refuerzos de la temporada: Jhonny Herrera, Charles Aránguiz, y Gustavo Canales.
¿Y a la Católica nadie le avisó que se trataba de partidos de ida y vuelta? ¿A dónde estuvo el fútbol y el mejor equipo del semestre? El “Sapo” Livingstone  –comentaba unos días antes del partido– que Juan Antonio Pizzi había jugado todo el año con el ventilador y que corría el riesgo de cortarse los dedos.
Las confusiones tácticas llevaron a los cruzados a la histeria colectiva, precisamente en el partido más importante del año. Pratto sin compañía en delantera y el gran crédito cruzado Felipe Gutiérrez en la banca desde el primer minuto lo podría resumir prácticamente todo.
En resumen, el título de la Universidad de Chile es el premio al riesgo, a la convicción y a la vocación ofensiva que Jorge Sampaoli logró trasuntarles a sus jugadores a lo largo del campeonato. También es el despertar de un fútbol cagón, que dio sus primeros pasos –después de un siglo– ofensivos con la estrategia de Marcelo Bielsa. Mi viejo me decía desde pequeño que el que quiere puede, y la Universidad de Chile quiso ser campeón.

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