Chile está entre los ocho mejores de la
Copa América Centenario, pero esto no debería ser sorpresa para nadie, y
tampoco debería ser la meta ya cumplida del entrenador Juan Antonio Pizzi. El
discurso de “Macanudo” es pacífico y dubitativo, y así ha sido el fútbol que sus
pupilos han desplegado en el gramado norteamericano. Las bajas individuales
también han sido una constante y se han
sentido con rigor en referentes como Charles Aránguiz, Marcelo Díaz, Gonzalo
Jara, Mauricio Isla y Claudio Bravo. Sí, una mala copa para el oriundo de
Viluco, pero así y todo no se avizora su relevo por lo menos hasta el próximo Mundial.
En el duelo por Cuartos de Final ante los mexicanos, debería resurgir quien es
considerado como uno de los mejores guardapuertas del planeta.
El fútbol es una actividad que no está
exenta de la crisis de valores, de identidad y de pertenencia que aqueja a
nuestra sociedad, y las redes sociales
no le tuvieron compasión al capitán chileno. Lamentablemente, ese verso de
la tolerancia, la inclusión y la diversidad cada día se nos está yendo a las
pailas.
En Argentina a Martín Palermo le
hicieron una estatua, y eso que marró tres penales en un partido frente a
Colombia por Copa América en 1999. A Carlos Caszely acá todavía le achacamos el
del ‘82 y olvídese de algún monolito. En el Cementerio de la Recoleta, en
Buenos Aires, se erigió un monumento al boxeador Luis Ángel Firpo, “El toro
salvaje de las pampas”, y en las calles a Juan Manuel Fangio y a Guillermo
Vilas. ¿Y cómo andamos por casa con Martín Vargas o Marlene Ahrens?
Sin embargo, los reconocimientos a veces vienen
de afuera. En 2013, la ATP celebró los cuarenta
años desde la creación del ranking mundial y Marcelo Ríos fue protagonista de
la gala en Nueva York, donde desfilaron leyendas de la talla de Ivan Lendl,
Rafael Nadal, Roger Federer, Novak Djokovic y John McEnroe, entre otros. En
Chile, al “Chino” se le aplauden mucho más sus exabruptos lingüísticos que sus
grandes y geniales jugadas. Las bromas a Eliseo Salazar por sus choques eran comunes
en los ochenta, y a Iván Zamorano lo quisieron como pebre cuando fue rostro del
Transantiago en 2007. El error de Claudio Bravo quizás no está en uno o dos goles
encajados, sino en querer defender a Chile casi como un juramento a la bandera.
El error de Claudio Bravo quizás está en dar la cara y asumir su
responsabilidad como capitán y no estar detrás de un teclado para criticar y
reírse de los errores ajenos. Pero qué le vamos a hacer, es nuestra cultura y somos
así. Somos de memoria frágil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario