Qué difícil es asimilar la derrota ante
Argentina cuando se venía de un proceso tan exitoso y en el que había tanto
afán por el arco rival. A pesar de las tres derrotas en línea, el cargo de Juan
Antonio Pizzi no está en cuestión, pero su pizarra acusa errores tácticos y debe
corregirlos con plazo mínimo. Marcelo Bielsa definía al futbolista chileno como
táctico, obediente y mecanizado, y por esas mismas características, también pareciera
afectarle el cambio de mano técnica. Lamentablemente, Borghi no dirigía como
Bielsa y Pizzi tampoco lo hace como Sampaoli.
El “Tata” Martino estudió muy bien al
equipo chileno y lo salió a presionar en el mediocampo para luego atacarlo
veloz e incisivamente por las bandas. Acá Mauricio Isla fue uno de los puntos más
bajos, tanto en la cobertura como en el despliegue en ataque. No hubo un
centímetro para Vidal, Aránguiz y Díaz, y el primer tiempo se fue en blanco, con
algunos intentos de Alexis Sánchez, pero siempre con el predominio albiceleste.
El gol de Ángel Di María a los 51’, tras
una pelota perdida por Aránguiz, ratificó la supremacía trasandina y también
trajo de vuelta algunos espectros que ya pensábamos desterrados en el fútbol
chileno. A los 58’ llegó el también zurdazo de Ever Banega y una clara ventaja,
que hasta el descuento de José Pedro Fuenzalida a los 93’, no sufrió mayores sobresaltos.
Los tres puntos con Argentina no se
contabilizan como seguros en ninguna competencia y en más de cien años, se les
ganó solamente dos veces. En las Clasificatorias para Sudáfrica 2010, hubo que
hilvanar treces pases seguidos para llegar al gol de Orellana y en Copa América
de 2015, se ejecutó una esplendida tanda de penales.
Más allá de la derrota, lo que incomoda es
la forma en que se perdió, y ahí es donde
Pizzi tiene que encontrar su propia fórmula. No son buenas señales para su
liderazgo, el descontrol de referentes como Gary Medel y Arturo Vidal y la poca
autocrítica a la hora de los reveses. Convengamos en que tampoco es tarea
fácil, debutar con Argentina en Clasificatorias y Copa América Centenario.
Los lances frente a Bolivia y Panamá se
presentan como la oportunidad propicia para cambiar de piel y para retomar el
rumbo, ese que después de este torneo -comercialmente creado por los de la
CONMEBOL- debe conducirlos a su tercera Copa del Mundo consecutiva.
Jubilémoslos en ese momento y no antes. Que así sea. ¡Así será, así será!
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