A horas del inicio de la Copa América, me
siento ansioso como el niño que espera Navidad, y también preocupado como el
adulto ante sus problemas.
¿Qué quiere que le diga? Es que no me
gusta mucho este Chile post Mundial de Brasil, con un Jorge Sampaoli mustio, abúlico
y atrapado por sus espectros mentales. El
casildense perdió tiempo de oro en darse cuenta de que había jugadores que no
estaban para el debut frente a Ecuador. Una vuelta larga que probablemente
terminará con David Pizarro y Mauricio Pinilla entre los estelares. ¿Y el
recambio?
Más encima, en el último ensayo ante El
Salvador quedó la tendalada entre Marcelo Díaz y Alexis Sánchez. Este último a su vez prendió el ventilador
y le dio su parte también al silente
público de Rancagua.
Convengamos en que el romance entre la
hinchada y el equipo de todos tampoco está en su momento más álgido. No se
respira el triunfalismo típico del dueño
de casa. La cautela y la incertidumbre del hincha se refuerzan a diario con el
bombardeo mediático y la exacerbación a las figuras foráneas.
Tal como dijo el escritor argentino
Eduardo Sacheri -en su último paso por Chile-, la Copa América podría estar más
cerca que nunca para la “Roja”, pero también podríamos agregar que no haberla
ganado la hace estar más lejos.
Este no es el caso de Uruguay y de la
familia Forlán, donde el abuelo, el padre y el hijo la ganaron. ¡Qué le vamos a
hacer! Los charrúas nacen con esa hambre de triunfo y tienen clarito que en la
vida se da resultado o se dan excusas. ¿Alguna duda con 15 copas ganadas y
liderando la tabla de posiciones en la región?
¿Y nosotros tenemos equipo para alcanzar
este esquivo cetro? Sí, tenemos equipo. ¿Y podemos ganar la Copa América? Sí,
podemos ganar la Copa América. Ahora la pregunta filosófica es: ¿cómo lo
hacemos? Cómo no desinflarnos en una eventual definición frente a colombianos,
uruguayos, argentinos y brasileños. Acuérdese de que la “Roja” en 1991, llegó
con el envión del Colo-Colo campeón de la Copa Libertadores de América y superó
la primera fase sin grandes sobresaltos en el grupo que, además componían Venezuela,
Perú, Paraguay y Argentina. En el cuadrangular final y en similitud de
condiciones que sus rivales, el rendimiento decreció paulatinamente con un
empate a un gol con Colombia, un fluvial cero a cero frente a Argentina y una triste
y dolorosa derrota frente a Brasil por dos a cero que le otorgó el cuarto lugar.
¿Había equipo? Sí, había equipo. Ni modo con el “Pato” Yáñez, Iván Zamorano, Hugo
Rubio, Patricio Toledo, Fabián Estay y otros. ¿Se podía ser campeón? Sí, se
podía ser campeón. ¿Qué pasó? ¿Qué nos faltó? ¿Creernos el cuento? En el inicio
de la Copa América 2015, sólo le pido a Dios que el triunfo no me sea indiferente.
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