Un hombre carga un
propulsor en su espalda y se deja caer en medio del Memorial Coliseum de Los
Ángeles en 1984. La secuencia me deja impertérrito a mis 7 años. Asimismo quedé
cuando pillaron chanchito a Ben
Johnson en Seúl ’88. ¿Se acuerda que en esa misma cita, un chileno de apellido
raro se trajo una medalla después de largos 32 años en el dique seco? Alfonso de Iruarrizaga.
Al “Chino” Ríos
no le venían con cuestiones y en Sydney 2000 no quiso portar el emblema patrio.
Pese a ese impasse, la “roja olímpica” alzó un bronce gracias a las gambetas de
David Pizarro y los goles del “Choro” Navia y del “Bam-Bam” Zamorano. Memorable
fue la boleta que le propinamos a una España que alineó a unos tales: Xavi,
Puyol, Albelda, Capdevila y Tamudo.
¡Fernando
González y Nicolás Massú
se las mandaron en Atenas 2004! Sí, leyó bien, Nicolás Massú. Ese al que
la prestigiosa Revista Time eligió como un ícono de Chile en su última edición,
ese que -por estos días- tiene una estación con su nombre en el metro de Londres.
El mismo que acá queremos mandar a los cuarteles de invierno.
Pero en la justa
de Grecia, Feña González quedó picado tras su intempestiva lesión y su eliminación
en semifinales. Es por eso que en Beijing 2008 no tuvo clemencia a la hora de agarrar a palos al chino Peng, al croata Cilic, al
francés Henri-Mathieu y al norteamericano Blake. El inefable Rafael Nadal le amagaría
la consecución de la máxima presea. Con la plata adosada al pecho, el oriundo
de La Reina se convirtió en el único deportista criollo que posee la tripleta
metálica.
Pero ¿Qué pasará
si Tomás González, Kristel Köbrich, Denisse Van Lamoen o Bárbara Riveros no
consiguen medalla en Londres 2012? Absolutamente nada. Cuando se proviene de un
país que no prioriza el deporte, es una gracia ser favorito en cualquier
disciplina. Por esto mismo, es que no me imagino a los grandes exponentes de
las potencias deportivas pidiéndole unas moneditas al Estado o a algún
millonario de buen corazón. Tampoco me los imagino autoexiliados por falta de
infraestructura o entrenando con estufas en el invierno. Con que cara podríamos
pedir medallas, si nos acordamos cada cuatro años de que existen otros deportes.
Pareciera que en pedir no hay engaño.
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