¡La “U” lo hizo
de nuevo! Tremenda novedad me dirá usted. Es cierto, lo de Sampaoli parece que ya
no asombra: tres títulos nacionales y una estrella internacional en tan sólo un
año y medio. 101 partidos que registran 66 triunfos, 22 empates y 13 derrotas.
Pese a su diminuta
fisonomía, al adiestrador casildense no le quedó grande el poncho azul. Porfiado
como él solo, machacó hasta que sus pupilos mecanizaron su croquis ofensivo.
Así también, el
estratego tuvo maña para tocar el alma y el amor
propio de un equipo averiado. En la derrota, convenció a
los suyos y los sublevó con la mítica consigna: “Lo damos vuelta”. Así tumbó a La Católica en el Apertura
2011, Deportivo Quito en la Libertadores y Colo-Colo en las semifinales del Apertura
2012. O’Higgins, que se aniñó en la finalísima de dicho torneo, tampoco pudo ante
tan implacable misiva.
La segunda patita del año ya está en
marcha y aguardará a los azules con doce partidos en los próximos cincuenta
días. Pero lo que es el agua para el pescado, lo es la competencia para los de Don
Sampa. Van por el tetracampeonato, la
Copa Chile, la Suruga Bank, la Recopa, el bis en la Sudamericana y hasta la
Copa Gato si es posible. Un fenómeno que nos trae reminiscencias de las rebeliones
futbolísticas de otros foráneos. Hoy son los Borghi, los Sampaoli y los Berizzo,
entrenadores escogidos, de esos que nivelan la actividad para arriba, de esos que a los jugadores malos los ponen
buenos, de esos que nos hacen enamorarnos hasta las patas del fútbol de ataque
y de esos que se dejan caer bien a los lejos para reescribir nuestra escuálida historia
deportiva.
Por algo el ensayista griego Plutarco decía que un ejército de ciervos
dirigidos por un león es mucho más temible que un ejército de leones dirigidos
por un ciervo.
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