Los Juegos Olímpicos de Río 2016 dejaron
postales imborrables y también algunos sentimientos encontrados para las huestes
locales. Alegría porque Chile fue parte de la fiesta de los cinco anillos y
porque el canal estatal apostó por la democratización del deporte en sus
transmisiones de las distintas especialidades. En términos olímpicos, la
televisora pública tiene que aprovechar el envión y continuar la posta con la
transmisión de otros eventos deportivos, puesto que la audiencia siempre ha
manifestado su preferencia por este tipo de competencias. Asimismo, la
participación del ex atleta Sebastián Keitel fue un
acierto con sus precisos conceptos técnicos en las pruebas de atletismo. Otros
ex deportistas insignes que por ahí están olvidados también podrían tener un
lugar en televisión o en las comunicaciones. Los telespectadores están ávidos
de cultura deportiva y agradecen la exhaustividad en el tratamiento de cada una
de las disciplinas.
Y la tristeza es
por lo distantes que nos encontramos del primer mundo olímpico. A las autoridades
les molesta cuando se dice que el deporte chileno no avanza. Sí, avanza, pero a
paso de tortuga. En los Juegos Suramericanos salimos quintos, mirando para arriba
a Venezuela y Colombia, y para el lado, a Ecuador. En tanto, en los
Panamericanos de Toronto 2015 se alcanzó el undécimo lugar y los ecuatorianos
nos superaron por dos oros. En Río, los colombianos se focalizaron en sus
disciplinas más exitosas y consiguieron tres medallas de oro, dos de plata y
tres de bronce en lo que es su mejor actuación histórica. ¿Cuál es la receta?
En el fracaso,
la ecuación que resulta más instantánea es la que individualiza al deportista, pero
acá hay una responsabilidad tremenda de un Estado que no prioriza al deporte.
Lamentablemente, nuestros mandatarios de las distintas tiendas políticas no han
demostrado interés en el tema y los resultados están a la vista. En muchos
casos, el deporte ha sido utilizado como moneda de cambio por quienes han
puesto sus intereses personales por sobre el bien común. Dicen que las crisis
son oportunidades, y esta es una buena oportunidad para que las autoridades
evalúen su gestión y la real situación del deporte chileno y lo proyecten seriamente
para el próximo ciclo olímpico. Todavía hay patria con los Ricardo Soto, con
las María Fernanda Valdés, Natalia Duco y Bárbara Riveros, pero no hay tiempo
que perder. Río 2016 ya es un lindo recuerdo y la ruta a Tokio 2020 empieza
desde hoy.
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