Se acabó la justa más importante y
políticamente la más poderosa del deporte mundial. Lo de justa es hasta por ahí
no más, porque el actual sistema de sorteo está más arreglado que caja de
tomates y sigue estando muy sujeto a los intereses de los organizadores. ¿Cómo
olvidar la imagen del secretario general de la FIFA escondiendo los papelitos? Digan
lo que digan, no es lo mismo enfrentar en la fase de grupos al actual campeón y
vicecampeón del mundo que a Suiza, Ecuador y Honduras. ¿O usted todavía cree
que ha sido obra de la casualidad, el que nos hayamos tenido que enfrentar a los brasileños en nuestras últimas tres
presentaciones mundialistas? El 99,9% de las probabilidades indica que Brasil
le gana a Chile en un Mundial de Fútbol.
Se entienden las variables del negocio y
de los intereses creados detrás de él, pero no se puede seguir des-democratizando
un campeonato al que se le denomina del mundo. Chile estuvo a un tris de dar el
gran batacazo del Mundial, sin embargo la falta de temple y la falta de
experiencia en instancias definitorias conspiraron frente al scratch más dócil de todos los tiempos.
Lo que empezó mal para Brasil, terminó
peor con un cuarto lugar y con dos morrocotudas humillaciones en el cuadro
final. Definitivamente, prestar la casa para la fiesta no ha sido una buena
idea para los brasileños. La herida del “Maracanazo” de 1950 se reabrió
profunda y dramáticamente con esta nueva y dolorosa afrenta. Los holandeses, en
tanto, se llevaron merecidamente el tercer lugar y por fútbol debieron disputar
la final con los germanos. Pese a que los tulipanes hicieron un buen
campeonato, otra vez vuelven a casa sin el oro.
Alemania es el justo campeón de Brasil
2014, porque nadie combinó tan bien lo táctico, lo físico y lo técnico. El
equipo teutón brilló con su preciso funcionamiento de conjunto, lo opuesto a un
combinado argentino que depositó sus esperanzas en los pies de un genio que
demostró que era de carne y hueso: Lionel
Messi. Los trasandinos deben sentirse muy satisfechos con el subcampeonato
alcanzado, porque llegaron a la final a
través de llaves absolutamente
accesibles y con lo futbolísticamente justo. La condescendencia de la Sra. FIFA
y el premio que le otorgó a Messi como “El mejor jugador del campeonato” más
parece un favor político que otra cosa.
El deporte, en todas sus disciplinas,
siempre será una fiesta y así se vivió el
Mundial en las oficinas, en las escuelas, en las universidades y en
todas partes de nuestro país. Seguramente, el recibimiento a la Selección Nacional
usted lo consideró algo showinista al
tratarse de un noveno puesto, pero también tenemos que aprender a ser felices y
a no andar con la cara larga todo el día. ¡El fútbol es la cosa más importante
de las menos importantes!
De acuerdo a los rivales que enfrentó,
Chile hizo un correctísimo Mundial y si bien llegó hasta octavos de final como
en sus expediciones anteriores, esta vez dio un paso en la calidad de su
fútbol. La historia ya está escrita –y que me perdonen muchos estadísticos–
pero en la cancha Brasil no fue el cuarto del planeta y Chile tampoco el noveno.
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