Sí, los tuvimos en las cuerdas, los
hicimos sufrir y a ratos los dejamos en ridículo ante su público. Pero lamentablemente
no los noqueamos.
La historia pudo ser tan distinta si
hubiese entrado esa pelota de Pinilla o quizás si Jorge Sampaoli no hubiese
mandado a Jara a definir una serie tan importante. Bueno, también si mi
abuelita hubiese usado bigotes, hubiese sido mi abuelito. Lo cierto es que no
supimos cómo engullirnos a un Brasil inocuo, sin ideas y absolutamente
inofensivo.
Tal como presagiaban los especialistas, Chile
le iba a hacer pasar un mal rato al dueño de casa y así fue no más. Sin
embargo, nuestra impericia en instancias definitorias nos pasó la cuenta. Tampoco
hay que olvidarse de que Brasil es un combinado que ha jugado todas las Copas
del Mundo y que históricamente se ha tuteado con la presión y con las finalísimas.
Nosotros, en tanto, comenzamos a conjugar el verbo competir a partir del
proceso Marcelo Bielsa. Algo atrasados, pero parece que estamos aprendiendo las
lecciones.
Chile realizó un correcto Mundial y no
hay doble lectura al respecto. Se le ganó con algo de nerviosismo a Australia
en el debut, se derribó a una potencia como España y se cayó en la lucha con
los holandeses. Convengamos en que la
“Oranje” condicionó el desarrollo y el liderato del grupo B con la goleada que
les propinó a los españoles en el primer
partido de la fase. Para evitar a Brasil, la “Roja” debía ganarles a los crecidos
tulipanes por dos goles de diferencia.
En pedir no hay engaño y queríamos ser
primeros del grupo, pero nos tocó enfrentarnos con los actuales campeones y
vicecampeones del mundo y después con el anfitrión del torneo. Como nunca,
jugando en el extranjero se clasificó anticipadamente y con holgura a una segunda
ronda. Muchos daban por ganado el partido ante Holanda y pocos o casi nadie
imaginó un triunfo tan rutilante ante España. Un equipo que supuestamente viene
en “bajada”, pero que cuenta con jugadores que ganaron los torneos más
importantes de clubes en Europa.
Esta pasada por octavos de final en Brasil
2014 no fue igual a la de Francia ’98 y Sudáfrica 2010. Así como lo hizo en la
“U”, Jorge Sampaoli logró trasuntarles a sus pupilos todo el amateurismo, el sacrificio
y la rebeldía con que mira la vida y el
fútbol. ¿Dígame si no le dio gusto ver a Chile como el gato maula y a sus rivales como el mísero ratón?
Cómo no referirse a las épicas actuaciones
del arquero Claudio Bravo, a quien le faltaban estos partidos consagratorios
jugando por la selección chilena. También a un Gary Medel que puso lo que hay
que poner en una Copa del Mundo y que salió con su pierna a la miseria de la
batalla del Mineirao. Mismo caso para un Arturo Vidal que, a un 60% de sus
capacidades, arriesgó su salud para estar presente en el Mundial. La
consagración también llegó para Charles Aránguiz y Alexis Sánchez, dos
jugadores que le ganaron a la vida a punta de talento y sacrificio y que
descollaron en la máxima planetaria del balón.
En la hora de las evaluaciones, también
sería bueno preguntarnos quién podría ser el continuador del trabajo de Jorge
Sampaoli en caso de que el trasandino no siga al mando de la selección
nacional.
Es cierto, quedamos en el camino y no se
superó la marca de las últimas presentaciones mundialistas, pero más temprano
que tarde venceremos a la historia y también a nuestros espectros
futbolísticos. Por ahora, un aplauso para estos gladiadores chilenos que, en el
intento, lo dejaron todo en la cancha.
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