Me llama la atención cómo los puristas
del fútbol criollo por estos días levantan voces y se oponen a la posible
nominación de Mauro Zárate a la selección, simplemente porque el ariete no nació
en suelo chileno. Un argumento débil y ambiguo, porque Matías Fernández
(Argentina), Mark González (Sudáfrica) y Jorge Valdivia (Venezuela) tampoco lo
hicieron en estas tierras y nadie ha dicho ni pío. A algunos les provoca
urticaria que el ex Velez Sarfield no haya tenido relación alguna con nuestro
balompié, como así la tuvieron en otras épocas Óscar Fabianni o Sergio “Superman”
Vargas o Gustavo Canales y Pedro Pablo Hernández en estos días. ¿Por qué con la
nominación de Miiko Albornoz no hubo reacciones de este tipo?
El asunto es
que Zárate se arrepintió de su negativa original de vestir la “Roja”. Será oportunismo
o no, pero lo cierto es que hoy es una alternativa más para la Selección Chilena.
En el primer
mundo futbolístico esto de representar a un país que no es el de origen hace
rato dejó de ser tema. O si no pregúnteles a holandeses, alemanes y portugueses,
si alguna vez les preocupó que Clarence Seedorf
y Edgar Davids hayan nacido en Surinam, o Miroslav Klose y Lukas Podolski
en Polonia, o Deco y Pepe en Brasil. El argentino Lucas Barrios también se
nacionalizó paraguayo por vínculo sanguíneo, únicamente para disputar el
Mundial de Sudáfrica 2010.
No se trata
de que el combinado nacional se convierta en la Organización de las Naciones
Unidas, pero Jorge Sampaoli sabe que en el fútbol actual no se pueden dar ventajas,
y si los otros países no las dan, ¿por
qué tendríamos que darlas nosotros? Y si
el reglamento lo permite, ¿por qué se va a desaprovechar la posibilidad de nacionalizar
a un jugador de las características de Zárate? Lamentablemente, nuestras
vitrinas están vacías por más de un siglo
y la Copa América 2015 es una inmejorable ocasión para ganarla y también para
dar de baja a los caducos paradigmas que todavía rigen en el fútbol chileno.
En este
contexto, las críticas también arreciaron para Jorge Sampaoli, cuando deslizó
la posibilidad de jugar algunos partidos de las Clasificatorias en Calama. Una
idea nada de descabellada, entendiendo que colombianos, ecuatorianos y
bolivianos siempre le han sacado partido a este tipo de ventajas. Próximamente la
FIFA discutirá si el medio cupo que otorga el repechaje para Sudamérica se
mantendrá o se eliminará. Si se pierde
la media plaza para la región, indudablemente la competencia será mucho más
cerrada, donde los puntos de local serán vitales, sobre todo jugando ante
brasileños, argentinos y uruguayos. Bueno, tampoco faltaron los rebuscados que
dijeron que jugar en altura era hacer “trampa”, pero el que sabe, sabe, y el
que no, se duerme y se lo lleva la corriente.
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