Es una gran
alegría recordar la gesta olímpica del tenis de hace una década, pero así
también es triste ver el estado en que hoy se encuentra esta disciplina. ¿Por qué
el deporte más exitoso de los últimos quince años no invirtió en
infraestructura y en renovación tras su época de bonanza deportiva y económica?
Asimismo, en el corazón de la Población Santa Adriana, en Lo Espejo, unos
muchachos se ganaron un proyecto de intervención social y, en el más profundo
de los anonimatos, inaugurarán -prontamente- un recinto de tenis de estándar
internacional. Desde esta tribuna, vayan todos mis respetos para la abnegada y ad honorem labor de los monitores,
entrenadores, psicólogos y pedagogos
autodidactas: Rodrigo Tapia y Richard Avendaño. Quizás cuando se corten las
cintas, van a aparecer los flashes de las cámaras y también esos a los que les gusta
ponerse… pero únicamente para la foto.
Muchos se llenan
la boca y los bolsillos con el deporte, pero poco y nada hacen por él.
En las regiones, en las comunas y en los
barrios hay talento de sobra, pero así también hay un desinterés
abismante en deportes que no tienen el imán comercial del fútbol. En ese
contexto me pregunto si en mi comuna las autoridades conocerán a Jonathan
Velásquez. Seguramente no saben que es un promisorio ciclista sub-23, campeón
panamericano y seleccionado nacional de la categoría, que ha conseguido importantes
logros internacionales y que comparte tricota con el experimentado Patricio
Almonacid en el team Clos de Pirque- Trek. En mayo último por ejemplo, salió
segundo por equipos y cuarto en su categoría en una competencia en Brasil.
Hace treinta o cuarenta
años estábamos por debajo de Argentina y Brasil en el medallero regional. En las
últimas versiones de los Juegos Suramericanos hemos sido superados con holgura por
Colombia y Venezuela, y en la nuca nos viene respirando Ecuador. Todos estos
países entendieron la importancia del deporte hace más de veinte años y eso se
refleja en los resultados. Sabemos que el deporte para Chile no es una
prioridad y por eso no debemos exigir resultados. En pedir no hay engaño, pero
la “Crespa” estaba en todo su derecho de estar nerviosa en su defensa por el
título del mundo. ¿Cómo? Dirá usted. Claro, si el apoyo le llegó recién a los
treinta años. ¿Cuánta ventaja no se da cuando el rival con 18 años ya está en
las grandes ligas? O usted cree que a Tomás González no le perjudicó tanto lío federativo
y no cedió margen ante sus rivales en los últimos Juegos Olímpicos. Ese pelo
que le faltó al gimnasta para conseguir una medalla en Londres 2012,
perfectamente se podría asociar a tanto malos ratos y dolores de cabezas que ha
pasado con su Federación y que únicamente consiguieron distraerlo de su
objetivo final. Sólo hay que pensar que mientras nuestros deportistas golpean
puertas y pierden tiempo en conseguir recursos, sus rivales ganan horas de
entrenamiento, destreza y de alto rendimiento. Ojalá que obtener un máximo
logro no siga siendo un karma para el deporte chileno y que a la
"Crespa" no solamente le palmoteen la espalda, sino que su fenómeno
sea aprovechado como el verdadero renacer del boxeo criollo. Quiero hablar en
presente y no quiero que se sigan recordando los antiguos logros del básquetbol,
del hockeypatín, del ciclismo y ahora del tenis.