En el colegio, en la universidad y en el
trabajo, siempre se le exige mucho más al estudiante o al trabajador que es responsable,
eficiente y puntual. En el fútbol esto también es así.
Los equipos grandes tienen la obligación
de ganarlo todo, y si esto no sucede, es sencilla y rotundamente un fracaso. ¿Cuánto
no padeció el Colo-Colo de sangre altiva y noble corazón en un lustro de dique
seco? El título está al alcance de la mano, pero así también es como el pan se
quema a la entrada del horno. No se trata de ser aguafiestas ni mucho menos,
pero la ansiedad también mató al gato y en los partidos anteriores esto se ha
notado.
Sin embargo, el elenco albo ha sido de
lo más regular en un torneo en el que la “U”, la Unión Española y O’Higgins se
dedicaron a pensar en la Copa Libertadores y la Universidad Católica quizás en
qué cosa. ¿Quién otro más quiso ganar este campeonato que Colo-Colo?
La regencia de Blanco y Negro entendió -después
de varios costalazos- que los planteles se arman con buenos jugadores y con un
entrenador que conozca las raíces más profundas de la institución. La solución
para los males de Macul no estuvo en los Diego Cagna, en los Rubén Américo
Gallego, en los Ivo Basay, en los Omar Labruna y tampoco en los Gustavo Benítez.
La vida te da sorpresas dice la canción y nadie pensó alguna vez en que el
novel Héctor “Tito” Tapia iba a conducir al cacique a su tan anhelada estrella
30. A su arribo a la banca de Pedrero, el ex sub 17 exigió a Esteban Paredes
como primer refuerzo, y a poco de andar conformó un plantel con una línea de
juego mucho más sólida que la de sus antecesores. Para cualquier equipo del
mundo, tener al internacional paraguayo Justo Villar es un lujo y por ahí parte
la columna vertebral de Colo-Colo. El defensa Cristián Vilches espantó los
fantasmas de la temporada anterior y Julio Barroso se une al destacadísimo
rendimiento de los laterales José Pedro Fuenzalida y Gonzalo Fierro. Los
volantes Claudio Baeza, Esteban Pavez, Jaime “Pajarito” Valdés y Emiliano
Vecchio aportan marca y fútbol en el medio. Goles son amores, y en la delantera
Felipe Flores marcó en los momentos importantes y Esteban Paredes confirmó su
categoría y estirpe asesina en cada encuentro. “Visogol” confió desde el inicio
en la nueva corona y por eso usó la camiseta con el número treinta. Un crack que aportó el gol frente a Uruguay
en las clasificatorias y que merece ir al Mundial.
Es cierto, en los últimos partidos le
han tomado la mano a Colo-Colo, pero los campeonatos también se ganan con
cojones, un poco de fortuna y una que otra ayudita de algún arbitro. ¿O no?
Queramos o no, cuando Colo-Colo anda bien, el campeonato tiene más condimento.
En Macul están esperando la treinta, pero es como si fuera la primera.
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